Los agentes del sector de la faba, desde productores hasta cocineros pasando por técnicos y comercializadores, debatieron ayer en Villaviciosa el futuro de uno de los productos estrella de la gastronomía asturiana, en un encuentro promovido por la Cofradía de Amigos de les Fabes del Principado de Asturias, en el marco de la vigésima cuarta edición de las Jornadas de les Fabes. Aunque hubo diferencias respecto a la forma de afrontar los retos de la legumbre, casi todos coincidieron en dos cuestiones: la primera, la necesidad de trabajar más por la calidad del producto, y la segunda, la lucha contra el fraude.

Estuvieron en la mesa redonda Juan José Menéndez y Paula Álvarez, del consejo regulador de la Indicación Geográfica Protegida Faba de Asturias; Jorge García, director técnico de producción vegetal de Campoastur; Juan José Ferreira, responsable de genética vegetal del Serida; Mira Fernández, guisandera; José Antonio Fidalgo, escritor y gastrónomo; Víctor Berdasco, comercializador, y Antonio Iglesias, productor ecológico.

Fidalgo puso sobre la mesa en su intervención una cuestión que todos consideraron clave. Contó su experiencia en un mercado en el que los vendedores les decían que todas las fabas (no sólo las de la granja, sino también las de otras variedades) eran asturianas, y "en un noventa por ciento me estaban engañando".

Fidalgo dijo que la faba asturiana, de todas las variedades, no cubre el cuarenta por ciento del consumo de Asturias, con lo que hay que importar fabes. Y la cuestión es distinguir con certeza cuáles son asturianas y cuáles no. Y para eso está, según Fidalgo, la trazabilidad, "que hace que el consumidor sabe lo que compra, y no caben engaños; lo que no se puede hacer es dar gato por liebre; las denominaciones y las IGP están para garantizar esa información".

Por su parte, Mira Fernández invitó a productores y cocineros a reunirse para conocer mejor el producto, para hacer pruebas de cada tipo de faba. "Lo que necesitamos es información desde el principio, sobre dónde viene la faba, porque son distintas según de dónde vengan; debemos ser capaces de unirnos y trabajar para mejorar la calidad".

Respecto a la calidad, Víctor Berdasco apuntó que hay varios puntos de vista sobre lo que es la calidad de la faba, que puede estar relacionada con el rendimiento, con la estética o con la textura, y a veces medirlo bajo uno de esos parámetros no significa necesariamente que sean las mejores a la hora de consumir.

En cualquier caso, como añadió el productor Antonio Iglesias, conseguir la calidad del producto no es tan fácil como se puede presumir, porque "casi siempre viene dada por las condiciones climáticas que se dan", y también por la tierra. Para el productor, esas dos condiciones marcan la mitad de la calidad de la faba, y la otra mitad, el manejo. Hay que buscar el momento adecuado de sembrar, escoger las semillas, cuanto más sanas estén, mejor, y después durante el cultivo, atenderlas correctamente. "Y se nos olvida la parte del producto final en la recolección, no recogerlas con humedad y secarlas correctamente", concluyó.