"Y ahora, ¿qué hago?", se preguntaba ayer José María Álvarez después de que su cafetería recibiera por cuarta vez en tres meses la visita de los ladrones. Álvarez no sabe calcular con precisión el dinero que ha perdido a cuenta de las roturas de las cristaleras de entrada y de las sustracciones en el interior de su céntrico negocio. "En total, todo debe rondar los 6.000 y los 7.000 euros", se lamenta el hostelero, tras comprobar además que su seguro no se hará cargo de los últimos desperfectos.

"Estamos desprotegidos, no hay vigilancia suficiente o no sé qué pasa, y eso que tenemos Policía Local por las noches", indica el afectado, que ya teme las llamadas a su teléfono móvil a horas intempestivas. "Cada vez que suena tiemblo", apostilla. La Guardia Civil le llamó ayer hacia las 8 de la mañana y se puso, de nuevo, en lo peor. En esta ocasión, los cacos utilizaron una arqueta de la calle, rompieron la puerta de entrada, de cristal, y llegaron al interior del negocio, donde robaron el dinero de la máquina tragaperras, tabaco y alguna que otra botella. "Cuando vienen, no debe ser una persona sola, son más, y al margen de robar dinero, que es lo que les interesa, siempre se llevan algo más, esta vez tabaco y bebida", señala Álvarez, cansado ya de ser víctima de robos "cada dos por tres". Sus lamentos van a más y comenta que hasta el pasado mes de febrero, la última visita que recibió de los ladrones era ocho años atrás.

"¿Qué hago ahora? ¿Dejo la puerta abierta?", se pregunta desesperado el hostelero candasín, al tiempo que habla con una cliente que le recomienda que deje un perro en el interior del local para así ahuyentar a los cacos en futuras ocasiones. "Al final, acabaré trayendo un colchón y dormiré aquí porque, visto lo visto, no me queda otra", señala apenado el afectado, mientras se apoya en la arqueta con la que los ladrones entraron en su negocio hostelero, ubicado en un entorno próximo a Les Conserveres.