"Ya no sé qué hacer. Estoy desesperado". Roberto Valdés lleva algo más de dos años al frente de un bar-cafetería en la calle Antonio Machado de Lugones. Desde entonces, asegura, está siendo víctima de una "persecución" por la que teme verse obligado a cerrar su negocio, en el que trabajan nueve personas.
"En las pasadas fiestas de Santa Isabel fui el único local denunciado por superar la hora de cierre mientras la orquesta seguía sonando; y lo mismo sucedió el año pasado en El Carbayu", clama el empresario, "angustiado por esta situación, pese a tener las licencias en regla".
"El lunes, la policía me tomó los datos porque decían que había una persona con una botella de cerveza en la calle. Me parece excesivo, quieren que cierre".