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Viña: "Alfredo Menéndez es uno de los mejores muralistas a nivel nacional"

El artista pop candasín homenajea a su "maestro", recién fallecido, con un recorrido por su obra: "Sus murales cuentan una historia en una viñeta"

Joaquín Viña, junto a un mural suyo en el Teatro Prendes de Candás. ILLÁN GARCÍA

Joaquín Viña es un reconocido artista candasín que hace arte pop. Contagiado por el "virus" de Andy Warhol, el pintor imprime a sus obras un carácter que, aunque a primera vista no se aprecie, tiene mucho que ver con las enseñanzas que recibió de "El maestro", como llama al artista recientemente fallecido Alfredo Menéndez. "Mi técnica está muy influenciada por Alfredo", afirma Viña, mientras muestra sus murales en el Teatro Prendes de Candás. Seguidamente, realiza una ruta con LA NUEVA ESPAÑA por dos murales de Menéndez en Candás para explicar lo aprendido de su "maestro".

Ya en el Prendes explica una de las habilidades muralísticas de Alfredo. "Era un maestro de las proporciones, me enseñó a dibujar primero en un tamaño grande para transferirlo después a la pared. Siempre me decía: amplía el dibujo...", indica Viña, que antes de utilizar esa técnica hacía sus bocetos en tamaño folio para después copiarlos en las paredes. "De la manera que decía Alfredo, las obras quedaban al mínimo detalle, al milímetro y se guardaban mejor las proporciones".

Otra de las principales enseñanzas de Alfredo era la necesidad de que los personajes quedaran nítidos, más destacados. Para conseguir el efecto, recomendó a Joaquín que empleara una línea negra y gruesa en los contornos de los personajes para generar bordes más resaltados. "Yo hago pop y él hacía muralismo costumbrista con iconos religiosos, era un maestro que adaptaba esa idea mejor que nadie, jugaba con los adornos, con el volumen, con el color y daba fuerza donde quería", señala.

Viña se fija en sus obras en los baños del Prendes: "Aquí está la técnica absoluta de Alfredo y partiendo desde cero, pero con un toque más pop". El discípulo pasa por su mural en el parque de Les Conserveres y después admira el de La Salve marinera, en El Paseín, de Menéndez. "Las proporciones son dificilísimas. Es artesanal, de la vieja escuela y siempre me impresionaba".

De Alfredo sólo habla maravillas. Dice de él que era un hombre cariñoso, atento y que con el tiempo se convirtió en un amigo. Ambos tenían una grata relación a través de la pintura. "Es más, creo que es uno de los mejores exponentes del muralismo no solo regional, sino nacional", destaca con orgullo. "Si soy algo en dibujo, es gracias a él. Él hablaba y yo, como una esponja".

Otra de las habilidades que Viña destaca de su "maestro" es el juego de colores. Con tonos tenues describe sus obras, cuestión que por ejemplo, dada la temática, Viña no adaptó, todo ello porque el pop precisamente destaca por el contraste entre los colores y en ocasiones, emplea tonos vivos capaces de atraer la atención del público.

"Los murales de Alfredo crean una atmósfera, cuentan una historia en una viñeta que bien podía ser una foto", señala. "Cuando veo sus obras me traslado a otro tiempo, a otro Candás". La ruta sigue en los murales de Albo. Allí, Viña se detiene y destaca de nuevo las proporciones cuidadas. "El personaje de atrás, el de adelante, todos están perfectos, me hubiese encantado ver cómo componía esta obra".

Estos murales datan de los años ochenta, cuando el Ayuntamiento le encargó continuar con la vieja idea del museo al aire libre de Candás. Joaquín Viña tiene 41 años y por aquel entonces, rondaría los diez. "Las letras están perfectas y existe una simetría pura", describe.

Las técnicas del malogrado artista eran sencillas para obras de gran complejidad estética. Viña destaca además que Alfredo confeccionó no pocos carteles de fiestas, donde también imprimía su sabiduría artística. "Mi referencia artística siempre fue él, era muy paciente y alguna que otra vez debió de pensar que era un pesado, le preguntaba mucho. Él era más del pueblo, yo soy pop", concluye.

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