"Y ahora, ¿qué hacemos? Con un bebé de tres meses no nos vamos a quedar en la calle". Habla Cristian Simón, uno de los desalojados ayer del bloque de pisos de la calle José González Moniello de Candás tras el hundimiento de parte del tejado. Simón salió de la vivienda junto a su pareja, Mónica Jiménez, y el pequeño Cristian poco después del estruendo que provocó la rotura de la estructura. "Llevaba al bebé en brazos, en ese momento iba a hacerle un biberón", expresa la madre, que momentos después tuvo que ser atendida por los servicios médicos por un ataque de ansiedad. "Desde las dos de la mañana, más o menos, empezamos a escuchar ruidos", comentaron los afectados, que no se imaginaban ni por asomo que minutos más tarde se hundiría el tejado. Los vecinos descansaban en sus hogares cuando las vigas que soportan el peso del tejado se fueron abajo. Por suerte, no hubo que lamentar heridos porque, por un azar afortunado, la pareja que habita en el piso más afectado lleva días fuera de su vivienda.

"Nuestra casa da pared con pared con la afectada", destacó Mónica Jiménez. El hundimiento fue provocado, según los vecinos, por el estado de las vigas de madera que soportaban el tejado. "El agua que cayó estos días lo remató todo", indica Marcos Jiménez.

Trabajadores municipales y varios ediles se personaron ante el edificio, ahora acordonado, ya de madrugada. Ordenaron el desalojo de las doce viviendas, de las que solo tres están vacías en la actualidad. Los inquilinos fueron trasladados a un hotel de la parroquia de Perlora, donde recibirán durante unos días alojamiento y las tres comidas diarias, según explicó el portavoz del gobierno local, Gabriel Rodríguez. "Esa medida se toma como emergencia", añadió el también concejal de Urbanismo y Medio Ambiente.

Durante la mañana, los inquilinos lamentaban la situación y se preguntaban cuando volverán a ocupar sus viviendas. Auguran que la obra irá para largo; por eso reclaman soluciones a la propiedad del inmueble. Viven de alquiler. "Cuando pasó todo, estábamos en la cama, oímos jaleo, se acaba de caer el tejado abajo", señala Gustavo Jiménez, acompañado por su hijo, Luis Gustavo, y su mujer, Aurina Fernández.

"Ya hace semanas que habíamos avisado a la dueña de que había goteras, pero no hizo nada", se oyó comentar en el corrillo formado por los desalojados del edificio de González Moniello. "Pagamos 320 euros de renta y mira cómo está todo; por lo que sabemos, la dueña no tiene seguro del edificio", comentaron otras voces.

Un familiar de la propiedad se presentó en la zona para conocer el alcance de los daños y destacó que el tejado fue reformado hace una década, aproximadamente. Algunos vecinos lo niegan.

Polémicas al margen, los inquilinos desean volver a sus casas cuanto antes. Los afectados abandonaron sus viviendas con lo puesto y, por el momento, no se prevé que puedan entrar a coger nada más por evidentes razones de seguridad.

"Menos mal que no había nadie en la casa -que está bajo el tejado hundido-, que, si no, iba a haber un problema serio de verdad", indicó una mujer que paseaba frente al edificio.