Los alumnos de quinto y sexto del colegio público Condado de Noreña no perdieron detalle ayer de las explicaciones que les dio Mauricio Bogomak, bombero y miembro del Instituto Asturiano de Prevención, que les indicó cómo tienen que actuar en caso de emergencia. Con su gracia y su chispa supo meterse a los chavales en el bolsillo.

"Los niños ya pueden ser a estas edades primeros intervinientes y salvar cualquier vida", destacó Bogomak. De ahí que "ya desde edades tempranas" sea tan importante "enseñarles buenas prácticas para prevenir accidentes y en caso de que se produzca, sepan actuar". Ni corto ni perezoso, les impartió lecciones de primeros auxilios para que sepan colocar a una persona en apuros en la posición lateral de seguridad, realizar la maniobra de "Heimlich" en caso de atragantamiento o la recuperación cardiopulmonar (RCP).

Los alumnos de quinto B estaban tan entusiasmados con las indicaciones de Mauricio Bogomak que al bombero no le faltaron voluntarios para sus puestas en escena. Lucía Olay fingió ser una víctima que yacía en el suelo. Lo importante en esta situación, les indicó, es "ver, oír y sentir" para comprobar si está inconsciente, tiene pulso y respira. Les mostró cómo colocarla en posición lateral de seguridad mientras llegan los servicios de emergencias. Quien simuló avisarles fue Carlota Pérez, también muy metida en su papel.

"Por favor, chicos, tratad a la víctima con cariño, como nos gustaría a nosotros que nos trataran", les recomendó el bombero. Les aconsejó que pidan a los adultos de su familia que coloquen un detector de humos en la vivienda, porque este dispositivo, sencillo de colocar y que "cuesta unos diez euros en cualquier superficie" puede salvar vidas en caso de incendio. "Es el único elemento que nos salvará la vida, porque nos despertará si estamos durmiendo para que salgamos", argumentó. Las estadísticas apuntan que mueren en incendios entre 178 y 190 personas al año en España "y no quemados, sino por inhalación de humos". Y son 1.500 los asfixiados, así que no está de más que los críos sepan actuar en caso de atragantamiento, en el que Manuel Somonte hizo de voluntario.