"Me gusta la fiesta de por la mañana" y tras una larga sobremesa, el desfile folclórico de por la tarde "es un complemento, de broche está bien", apuntó la polesa Carmen Rodríguez mientras hacía una foto con su móvil a la Banda de Gaitas de Colloto. A su lado estaba Elvira García, que tuvo suerte de hacerse hueco en una terraza para ver, en primera fila, el desfile junto a un grupo de amigas, a pesar de que la calle Celleruelo estaba abarrotada de gente.

La de ayer fue la segunda vez que esta ovetense disfrutó de la fiesta de Güevos Pintos. "Es muy agradable y muy guapo", resumió. Berta Fonseca es de la Pola y, para ella, "es un recuerdo de asturianía" y el ambiente de los grupos de baile, gaitas y sidros, así como las carrozas, son "algo más de la fiesta". A lo que Ángeles Villa agregó: "Otros años no podíamos venir porque trabajábamos y me gusta muchísimo. El desfile es el broche a la fiesta. Viví muchos años fuera y me emociona escuchar la gaita". "Me gusta mucho, por la asturianía, pero no puedo ver el desfile todos los años", comentó Mercedes Villa.

También disfrutaron de la fiesta los niños. Las pequeñas Inés González, Yoana Fonseca y Ana Piedad se colaban cerca de los grupos para bailar. Además del folclore, las dos carrozas realizadas por vecinos de Valdesoto fueron parte del atractivo del desfile. Nayara Pedrayes mostraba cómo se lavaba antaño en la de la peña "Cotiellos". Los de "Como Yera Antes" optaron por recrear una capilla típica de cualquier pueblo asturiano. Tras la carroza de la reina de las fiestas, Alicia Cueva, en lo alto de una torre, el Grupo Folklórico y de Investigación "El Ventolín" cerró la comitiva bailando la danza prima.

Los bailes de "El Ventolín"

Miles de personas, en su mayoría animadas por el buen tiempo, quisieron disfrutar de una de las fiestas más emblemáticas y entrañables para los polesos. "Estoy pasando gana de haberme vestido -con el traje regional- porque me recuerda mi infancia. Es una fiesta muy importante, casi la que más", confiesa María Valle Quirós, con su hijo Ignacio Otero, de diez meses, en brazos. El crío sí iba de asturiano y ella, para los próximos Güevos Pintos, no quiere fallar. "Lo tengo muy claro, el año que viene, me visto", asegura, a la par que invita al resto de polesos a cumplir con esta tradición, que "en los últimos años está en auge, sobre todo para los niños". Resume que este festejo significa "tradición, familia y amigos".

Pili Taberna, polesa de adopción, también destaca que se trata de "una fiesta muy guapa y muy familiar". "Te hace ilusión vestir a los críos -de asturianos-, salir y disfrutar, a ellos también les presta", agregó la mujer.

El día fue intenso en Pola de Siero, donde la festividad del Martes de Pascua empezó temprano. Poco después de las once de la mañana ya costaba hacerse hueco entre la gente para comprar los güevos pintos en los puestos, que ayer regresaron al parque Alfonso X El Sabio, después de haber estado durante el fin de semana en la plaza cubierta. La bendición fue uno de los actos centrales de la celebración y, a continuación, tuvo lugar la entrega de premios del concurso escolar. El Grupo "El Ventolín" dio muestra de folclore con sus bailes. Varias autoridades locales, entre ellas, el alcalde, Ángel García, iban ataviadas con el traje regional. Asistieron alcaldes y representantes municipales de los concejos límitrofes como Bimenes, Nava, Villaviciosa, Sariego y Noreña.

No faltó otra tradición, la degustación gratuita de sidra Muñiz, escanciada bajo el hórreo de esta fiesta. Pronto se acabó la bebida. Era la hora del vermú y la Pola se abarrotaba. Tras la comida, en familia y con amigos, la sobremesa fue larga y se prolongó con el desfile de la tarde. La verbena despidió los Güevos Pintos.