Han pasado dos años desde que falleció Emilio Álvarez García, "Milio el de Guita", y el clamor de su familia por el trato recibido por el finado durante su estancia en una residencia de la villa ha tenido un pequeño alivio con las sanciones impuestas por la Administración al establecimiento, de 3.300 euros, por dos faltas detectadas tras la denuncia de los parientes. La grave, por tener sujeto al paciente con unas correas sin la necesaria indicación médica.

"El deterioro de mi padre en un par de meses fue exagerado, mi madre nos llamaba y vinimos para sacarlo", explica Ana, su hija. Ingresado en la residencia "El Cristo", en Candás, sus hijas, que viven fuera, acudieron y "lo vimos mal, de bajón, sin gracia y muy desmejorado".

Unas escaras mal atendidas, denuncian los familiares, fueron el detonante del problema. "Tenía una escara por la que se coló una bacteria y hubo que tratarla. Cuando le llevamos a la residencia lo dijimos. Y cuando mi madre lo veía mal, lo comentaba, si no sería la escara. Ella lo veía vestido, no sabía lo que había".

En la residencia les dijeron que era "el deterioro propio de la enfermedad", pero, no contentas con ese diagnóstico, lo llevaron al hospital de Jove, donde le detectaron "sobreinfección de escaras múltiples supurativas". Una absoluta falta de atención, a juicio de la familia. Emilio falleció en el hospital de Jove, un par de días antes de ser trasladado a otra residencia de Candás. La relación entre la familia y la residencia "El Cristo" tuvo que pasar por el juzgado por diversos asuntos.