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La huella africana de Villaviciosa

"No viajas por África, ella viaja dentro de ti", asegura la aventurera Mariu Sánchez tras seis meses recorriendo siete países

Mariu Sánchez, con Ciudad del Cabo al fondo. REP. V. A.

"De África nunca se regresa, nunca del todo" afirma la maliayesa Mariu Sánchez a su regreso a Asturias, hace tan solo unas semanas, después de haber recorrido durante seis meses todo el cono sur de África, tras su primera etapa viajando por Centroamérica. Mariu comenzó su sueño viajero "sin prisas y sin planes". según ella misma cuenta, en marzo de 2017, tras recuperarse de un tumor cerebral y dejar su trabajo estable como funcionaria en una comisaría de Policía de la zona de Valencia.

Mariu cambió el rumbo de su viaje para sorpresa de todos, durante su breve parada en Asturias a su vuelta de Centroamérica. "Un día estaba buscando vuelos a Argentina, al día siguiente alguien mencionó Sudáfrica en una conversación informal en la playa, y esa misma noche compré mi billete hacia allá", comenta.

Lo que pasó a partir de ese momento fue, en palabras de Mariu, una historia de amor con África, una historia sin fin. "Había oído que era mágica, que enganchaba, pero nunca había imaginado hasta qué punto".

La aventurera maliayesa reconoce que no es fácil viajar sola, sin planes, en transporte público y a bajo coste por África: "hay muy poco escrito sobre esta forma de viajar. Muchas parejas, muchos con coche de alquiler, todoterreno o camión, pero muy poca información en internet sobre mujeres viajando como yo. Es casi imposible planificar, y debes organizar tu ruta día a día en la mayoría de lugares".

Mariu recorrió en esta etapa Sudáfrica, Namibia, Zambia, Zimbabue, Bostuana, Mozambique y Suazilandia (que cambió su nombre oficial por eSwatini el día que la maliayesa dejó el país; "el imán para la nevera y el llavero que compré en un poblado ya no sirven" comenta divertida).

En Sudáfrica decidió quedarse hasta el final de sus 90 días de estancia permitida en el país, "me enamoré de Sudáfrica, concretamente de Ciudad del Cabo; había leído que era una de las ciudades más bonitas y vibrantes del mundo, y yo ahora, afirmo que lo es. Hay hasta una playa donde viven pingüinos".

Le sorprendió en Namibia descubrir en sus ciudades una pequeña Alemania y su deslumbrante paisaje, aunque al ser uno de los países menos poblados del mundo advierte es muy difícil y casi imposible moverse en transporte público y a bajo coste. Allí durmió con locales y amigos que le ofrecieron espacio en sus casas, y hasta en casa de unos gallegos en la costa de Namibia "que está llena de nuestros primos hermanos", afirma.

Uno de los momentos más mágicos de su viaje fue conocer las Cataratas Victoria, después de años de soñarlas y creerlas inalcanzables. "No hay palabras para explicar lo que allí se siente, el estruendo, el empaparte con la lluvia de vapor de agua de aquel espectáculo natural", asegura.

Cuenta la sorpresa que se llevó recorriendo Zimbabue, "ese país semi desconocido más allá de las Cataratas Victoria pero con tanto y tan bonito que ofrecer". Allí visitó aldeas tradicionales, parques con lugares sagrados para la etnia Ndebele donde afirma se siente una energía especial, lugares míticos como las ruinas del Gran Zimbabue que algunos relacionan con la ciudad perdida del oro y las minas del Rey Salomón.

En Mozambique descubrió el más absoluto paraíso y uno de los países más auténticos que la joven aventurera dice haber conocido. "Quiere ser destino turístico y tiene todo para ello, sus playas e islas podrían estar entre las más bonitas del mundo, pero aún le queda para serlo, moverse en 'chapa' por las terribles carreteras del país puede ser, y es, la mayor de las aventuras. Puedes viajar con cerdos, gallinas, unas personas encima de las otras, tardar horas en salir porque no hay horarios establecidos...", narra.

De eSwatini dice, todo es curioso, su nombre, la manera de vivir en las aldeas, lo vivido en los últimos años con su último rey, la poligamia aceptada, la dote que se sigue pagando en vacas... De este pequeño y curioso país, que dice recordarle a Asturias en su paisaje tan verde, tiene recuerdos muy gratos y sorprendentes: "nunca olvidaré las danzas de las que fui testigo en una pequeña aldea cultural, ¡qué manera de elevar las piernas!".

Mariu dice haber encontrado en África el mejor de los maestros en vida y valores, "África es esperanza, es generosidad, es alegría, es color, es dignidad y también es perdón. No se puede, ni se debe olvidar que el Apartheid, por ejemplo, fue hace cuatro días históricamente".

La viajera maliayesa nos cuenta que tiene como proyecto acercar esa África que tanto ama a los que temen descubrirla por sí solos, y se ha lanzado a organizar unos pequeños grupos con los que viajará a finales de este verano. "Al final tú no viajas por África, pierdes el control y es África la que comienza a viajar dentro de ti, ya para siempre".

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