No habían pasado 48 horas desde el fin del "Festival nacional de charangas" en Candás y los de "Pepe el Chelo" ya estaban otra vez recorriendo las calles de la villa. Las fiestas de San Félix comenzaron ayer con mucha música y una buena dieta.

La explanada del barrio del Nodo volvió a ser el centro de la fiesta con la comida popular que desde hace cinco años reúne a los vecinos del popular barrio candasín en la víspera de San Félix. "Aquí se celebraban antes las verbenas por San Félix", explica Lolo Rodríguez, "el Bosnio", como es conocido en Candás, parte fundamental en cualquier fiesta de la villa. "Cada año se instalaba el escenario en un lado de la plaza para que nadie se quedase sin verlo siempre", cuenta. Aunque, de aquella, "en la plaza no estaba este árbol en medio, había una farola y se podía hacer aquí la verbena". Ahora, las principales celebraciones musicales se van a la plaza de La Baragaña o el parque de Les Conserveres, pero el barrio de pescadores del Nodo recuperó la fiesta celebrando una comida popular. Y algo de música aún queda.

"El Ayuntamiento colabora aportando las sillas y las mesas. Y si llueve, nos vamos al patio cubierto del colegio Poeta Antón, aquí al lado", afirma Lolo. Aunque este año no hizo falta, pese a que durante toda la mañana todos los vecinos tuvieron un ojo puesto en la comida que estaban preparando y otro en el cielo. Hasta el último momento no estuvo claro hacia dónde tiraría la celebración. "Está muy negro", anunciaba Lolo una hora antes.

Empanadas, tortillas, ensaladillas, ensaladas... todo lo habitual en una comida al aire libre, llenaron las mesas cerca de las tres de la tarde. La charanga de "Pepe el Chelo y sus marchosos" paró la música y las familias comenzaron la comida.

Allí estaban los que viven todo el año en Candás, pero también los emigrantes. La familia Artime reside en Canarias, pero no se pierden nunca "la sardina" ni la comida popular. "En esa ventana vivía mi padre", señala el cabeza de familia mientras el pequeño Marco se lo pasa pipa en su cochecito con una bolsa de patatas.

Como los Artime, todos tienden a situarse cerca de su portal, nadie sabe decir por qué, más allá de economizar el transporte. Este año hay alrededor de 200 comensales, "algo más de lo habitual", explica Lolo antes de posar para la foto, darse media vuelta y dedicarse a lo que hay que hacer en este día: ponerse las botas.

Tras la comida, llega el turno del "Coro Gabiana", que actúa en el pequeño escenario instalado. Después de la "fartura", llega la música, el paso habitual en cualquier fiesta que se precie.