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Las fiestas de Siero se blindan contra el botellón contratando seguridad privada

Las comisiones de festejos quieren frenar la pérdida de ingresos por la "moda" que rige el consumo juvenil de alcohol y evitar el vandalismo

Recogida de basura el día después del Carmín. M.M.

Las fiestas de Siero se blindan contra el botellón y lo hacen contratando seguridad privada. Es la medida más efectiva que dicen haber encontrado y, según su experiencia, aseguran que está funcionando. Tras la resaca del Carmín, que puso de manifiesto la necesidad de poner freno al exceso de alcohol entre los jóvenes en los festejos, ahora en Lieres, que celebra sus fiestas de la Virgen de la Salud este fin de semana, han recogido firmas para evitar estos desfases con la bebida, que en los últimos años causaron destrozos en las antiguas escuelas y en el parque. Así que piden al Ayuntamiento que impida el acceso a estos espacios durante la noche y vigilancia de la Policía Local.

Pero, aparte de altercados, el botellón también resta ingresos en las barras con las que las comisiones de fiestas financian los festejos. Por eso en Siero se ponen firmes para parar lo que consideran una moda juvenil.

En Pañeda, donde tienen una de las romerías más concurridas de Siero, han atajado el problema contratando personal de seguridad, explica el presidente de la Sociedad Cultural y Festiva Santa Apolonia, Diego Nicieza.

Estos vigilantes se encargan de tratar de impedir que los asistentes entren en el prau con bebida no comprada en la barraca de la fiesta, "en la medida de lo posible". No obstante, los jóvenes buscan hacer su botellón en las antiguas escuelas, por lo que los guardias de seguridad controlaron en esta edición también el entorno de la capilla.

Como experiencia negativa, en Pañeda ya sirvió la del año pasado, pues los jóvenes causaron importantes destrozos. De ahí que para Diego Nicieza "lo peor del botellón no es el botellón en sí", y entiende su éxito al ser la bebida más barata. "El problema son los desperfectos y la suciedad que generan", agrega. Reconoce que "el botellón existe por cómo está la sociedad. Es una moda".

En las recientes fiestas de San Martín de la Carrera también controlaron los excesos del alcohol con seguridad privada y vallando el recinto para vigilar los accesos a la fiesta. "Impedimos la entrada de bebidas", explica el presidente de la sociedad de festejos, Javier Menéndez. "Si no se consume en la barra, no se pueden financiar las fiestas", justifica. Además, los excesos con la bebida acarrean otros inconvenientes porque "los chavales no ven el fin y genera problemas", cuando no altercados, indica. Así que la mejor solución que han encontrado es contralar los accesos a la fiesta vallando el recinto y con personal de seguridad.

En el caso de las fiestas del Carbayu, en Lugones, que se celebran este fin de semana, no cierran el prau al considerarlo una medida antipopular, indica Juan Bautista Cima, secretario general y coordinador de la cofradía de Nuestra Señora del Buen Suceso. Pero sí contratan un servicio privado de seguridad. Achaca esta tendencia instaurada entre los más jóvenes de comprar bebida más barata, habitualmente en los supermercados, para consumir en la fiesta con bastante descontrol, a que "la sociedad está montada así". Pero confía en que "tendrá que pasar", pues "es una moda". Recomiendan a quienes explotan las barras que fijen precios asequibles. Cima indica que toman medidas como cerrar las escuelas, y la capilla queda protegida para reducir el riesgo de incidentes y destrozos. Varios vigilantes están pendientes de que todo esté en orden y hay personal para regular los aparcamientos.

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