"Al final te duelen hasta los brazos, pero lo haces con ilusión, da mucha alegría repartir la carne a tanta gente". Así expresaba Tere Jaime, chacinera del año de Noreña y voluntaria desde hace años en el reparto del gochu de las fiestas del Ecce Homo, lo que sentía al participar en esta cita gastronómica, uno de los hitos de las fiestas.

El irresistible reclamo de la palabra "gratis" hizo que ya antes de las dos de la tarde, en la que estaba previsto empezar a repartir la carne, se formara una larga cola zigzagueante en los jardines del Ayuntamiento. En la mesa de operaciones, partiendo los cerca de 600 kilos de carne de cerdo, estaba toda una saga familiar, que parece decidida a permanecer siempre asociada a esta labor voluntaria y desinteresada. Además de Tere Jaime, estaban al tajo su hermana Victoria, su hija Fátima Álvarez y su nieta Jenifer Teixeira Álvarez. Todas ellas son ya colaboradoras fijas de la fiesta. Lo mismo que Alejandro García, situado siempre a la cabecera cuchillo en mano.

Y un poco más allá, colaborando también con las labores de reparto estaban Marcos Backhaus, Blanca Antón, la reina de las fiestas, María Arrojo, y la reina infantil, Carlota Teijeiro. Esta última fue durante un tiempo la encargada de llevar la hucha en la que se pedía a los comensales un donativo para colaborar con las fiestas locales.

El reparto del gochu es un reclamo para gente de todas partes, pero tiene un carácter especial para los vecinos de Noreña, que llegan siempre a los jardines del Ayuntamiento preparados con más comida y bebida dispuestos a pasarse allí una buena tarde aprovechando el buen día con que el cielo obsequió la jornada del sábado. Es el caso de la pandilla de José Carlos García, formada en su mayoría por gente de la villa condal, pero también de otras localidades del entorno. "Llevamos muchos años viniendo, es un día muy bueno para todos, una tradición que no queremos perdernos", señala.

También Carolina Trigo y David Prieto, una pareja de la localidad, han instituido en su joven familia la tradición de acudir al reparto. Sus hijas Olivia y Carolina tienen ahora cuatro años, y comen con mucho deleite la carne, pero antes de poder probarla ya asistían al reparto: "Otros años veníamos con ellas en el carricoche doble, están aquí desde que solo podían mirar cómo nosotros comíamos", dijo Carolina Trigo.

Para abrir boca, los comensales tenían la oportunidad de abrir boca con un culín de sidra servicio diligentemente por Florentino Álvarez. Nadie se quedó sin comida, y en torno a las tres y cuarto de la tarde se había acabado el reparto. Hasta hubo la ocasión de repetir, porque a pesar de la multitud, todavía sobró algo de carne. Poca, porque la calidad y la rapidez del servicio llenaron Noreña de estómagos agradecidos.