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La música quirosana llora a Constante, el tamboritero de Carrexa

El genial músico y maestro, con la trayectoria local más longeva, estaba a punto de cumplir 100 años

Constante Suárez. R. F. O.

La música quirosana pierde a uno de sus músicos legendarios, Constante, el tamboritero de Carrexa. Menos de un año le faltaba para cumplir el siglo, pero el destino ha querido que su larga trayectoria musical se acabara este 9 de octubre. Su tambor queda huérfano de dueño durante muchas décadas y deja un gran vacío en su familia y el vecindario.

Constante Suárez nació en la pequeña localidad de Carrexa, dos casas, de la parroquia de Bermiego. Su círculo familiar le tenía el destino fijado: debía ser músico. Su padre, Pepe, y su hermano Arturo eran gaiteros, su tío Eleuterio era tamboritero. Convivía con la música a todas horas y se decantó por el tambor. Comenzó muy joven aprendiendo de su tío y con un tamboritero de Proaza, Ilán, que le vendió el tambor, instrumento que pasa del siglo. Ese tambor que forma parte de la historia de las fiestas de generaciones está expuesto en el Museo Etnográfico de Quirós, lugar donde se custodian las tradiciones, lengua y aperos antiguos.

Constante era curioso y quería aprender nuevas piezas. Por eso solía pasarse por el Café Suizo, en Oviedo, para llevar los sones del pasodoble y otros nuevos a su concejo natal. Formó pareja con gaiteros quirosanos como Lupecino, de Salceo o con Jesús, de Las Agüeras, incluso ponía la voz en las verbenas y romerías acompañando a su batería. También con gaiteros de Teverga o de Oviedo cuando se fue a vivir a la capital asturiana. Según Luis Álvarez Pola, musicólogo quirosano, "Constante tenia buen oído y buena memoria, y por eso destacaba cantando la misa acompañada por gaita".

Fue cantante habitual de la misa en la fiesta de la Virgen de Alba y en muchos otros lugares. Recordaba Luis Álvarez Pola cómo el desaparecido músico le cantó una parte de la misa, un introito desconocido que "probablemente fuera la única persona que conociera esa pieza religiosa". Fue muy elogiado en décadas pasadas "por su acento especial, le daba un toque muy asturiano a la misa".

Constante fue tamboritero, cantor de misa, maestro de percusión, jurado en concursos (lo que menos le gustó, salió descontento de ese mundillo). Una persona cercana, afable y que siempre estaba dispuesto a enseñar a otros. Quirós pierde a su músico más veterano, el último de una generación que no conocía las partituras. Aprendían de oído y a base de repetir las piezas. Fue el músico quirosano con la trayectoria más longeva. Su tambor, su voz y su persona recuerdan a tiempos pasados en un concejo próspero y lleno de población. La felicidad y la alegría se encontraban en cosas más sencillas y la vida era complicada y simple a la vez. Repartió mucha alegría, baile y fiesta, pues su presencia significaba felicidad.

Quirós no olvidará a su MAESTRO.

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