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Los ganaderos de Pravia exigen celeridad en el pago de los daños de la fauna salvaje

Las pérdidas de cabras, ovejas y terneros en el concejo son constantes y temen que puedan abocar al cierre de algunas explotaciones

Alberto Menéndez muestra las fotografías de las terneras supuestamente atacadas por el lobo a Jaime García y Pedro González. S. ARIAS

Los ganaderos de Pravia aseguran no poder más por los continuos daños que sufren sus ganaderías a cuenta de los ataques de la fauna salvaje, que atribuyen al lobo. Alegan que los pagos del Principado de Asturias por las reses perdidas no alcanzan el coste real de los animales, dejándolos, dicen, en una absoluta indefensión. Por ello, solicitan que se puedan realizar batidas controladas para reducir la población de lobo, así como celeridad con las indemnizaciones por parte de las administraciones.

"No queremos subvenciones, lo que queremos es que respeten lo que es de uno y que nos dejen trabajar, y si hay daño por la fauna salvaje que hay en Asturias tienen que pagarlo en el momento", afirma José Antonio García, ganadero de Los Cabos.

Es rara la semana que no se produce alguna pérdida de ganadería por los ataques de la fauna en el concejo. Así lo advierte David García, ganadero de Villarigán: "Prácticamente todas las semanas se lleva algo, si no es una cabra, es una oveja, y cuando acaben con lo menudo irán a por los xatos". En su caso, ha perdido veinte cabras en lo que va de año y muchas no las pudo certificar como ataque de lobo porque los cadáveres no han aparecido; "tendrían el mismo camino que las que aparecieron comidas", dice.

Una ternera y tres novillas es el saldo que lleva Alberto Menéndez, de Sandamías. "Vinieron y dijeron que había pisadas de lobo y que había defecado, pero luego resulta que la muerte es indeterminada y, hasta hoy, todavía no sé nada de ello", comenta resignado. El ganadero asegura que la situación es insostenible y que, de continuar así, supondrá el cierre de muchas explotaciones.

Lo que más temen es que se produzca algún incidente con los humanos. "Hace nada comieron una cabra amarrada a la puerta de casa", detalla Menéndez. Por su parte, García los define ya como "vecinos, se acercan a la vera de las casas y todos los días hay alguna cagada de lobo en la carretera. Antes estaban en el monte y ahora, a la puerta de casa".

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