Las cofradías diocesanas de Asturias celebraron ayer en Candás su encuentro anual, el décimo sexto, con la asistencia de representantes de dieciséis de ellas, con la candasina cofradía de la Virgen del Rosario ejerciendo de anfitriona.

La jornada comenzó en el centro polivalente de La Baragaña, con la intervención de los hermanos mayores de la Real Hermandad del Buen Jesús Nazareno, de Luarca, y de la Cofradía Jesús Nazareno, de Villaviciosa, que compartieron con los asistentes la experiencia en sus instituciones, ambas con más de tres siglos de existencia.

"Las dos cofradías más antiguas nos hablaron de cómo se consiguen esas cosas, cómo se tienen más de mil cofrades y se involucra a la gente joven", explicaba María Teresa Álvarez, de la cofradía organizadora, tras escuchar las intervenciones de sus colegas. En esas cofradías "mantienen la tradición, asumen que la Semana Santa tiene un componente turístico, pero sin perder la esencia". Álvarez contaba tras las charlas de las cofradías invitadas que "en Villaviciosa organizan unos pasos pequeños para acercar a los más jóvenes. No sé qué pasaría si hacemos algo así aquí, en Candás".

En el caso de la cofradía de la Virgen del Rosario, refundada hace seis años, "prestamos nuestros servicios a la parroquia para la celebración de la Semana Santa y en todo aquello que nos soliciten". En su intento por ser "una realidad viva en nuestro pueblo", comentaba María Teresa Álvarez, la cofradía organiza un concurso literario de relatos cortos de Semana Santa y realiza viajes a distintos santuarios marianos. Ayer, sumó a su lista de actividades el encuentro de cofradías.

Tras las charlas, los organizadores exhibieron un vídeo sobre la Semana Santa candasina para dar a conocer sus particularidades. La elaboración del documental corrió a cargo del Ayuntamiento y en el acto estuvo presente la alcaldesa, Amelia Fernández.

Finalizada la sesión audiovisual, los cofrades pasearon por Candás para dirigirse a San Antonio, donde visitaron la ermita y rezaron el ángelus. De vuelta a la villa, se dirigieron a la iglesia de San Félix, donde se ofició una misa. Al finalizar, toda la comitiva posó en las escalinatas de la iglesia como recuerdo.

La jornada concluyó compartiendo una comida de hermandad en el Restaurante Piedra, en Perlora.