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Juan Manuel Helguera González | Hostelero

"La mejor época fue la de la sidrería antigua, estaba todo más concentrado"

"La Pola es el último sitio en subir el precio de la sidra en Asturias; en las ciudades lo hacen siempre antes que nosotros"

Juan Manuel Helguera González, a la entrada de la sidrería El Polesu. MANUEL NOVAL MORO

El Polesu es uno de los nombres históricos de la hostelería de la Pola. Inaugurada en los años cuarenta, la sidrería estuvo varias décadas en la esquina de las calles Pedro Vigil y Celleruelo. Juan Manuel Helguera González tenía tan solo tres años cuando su padre se puso al frente de la sidrería, y su madre, de la cocina. Su vida ha estado siempre asociada al nombre de El Polesu, hasta tal punto que cuando el bar histórico cerró sus puertas decidió seguir con el negocio en otro local. Dos traslados más tarde, El Polesu sigue adelante.

- ¿Le tocó ayudar en El Polesu desde niño?

-Sí. Yo empecé muy pronto. Me acuerdo de que, con once años, los sábados abría yo el bar por la mañana, que no había mucha gente. Y a las doce o así se incorporaba mi padre. Entonces se abría a las nueve de la mañana. Antes casi solo había chigres y, aunque había alguna cafetería, la gente iba a comer los pinchos, a desayunar. Había mucho movimiento por la mañana. Ahora abrimos a las 12, es otra cosa. Y me tocaban todas las fiestas. Yo aprovechaba cuando tenía que ir a buscar vasos para salir un poco. En vez de tardar cinco minutos tardaba media hora.

- ¿Siempre tuvo claro que quería estar en la hostelería?

-Fue porque me tocó. Cuando murió mi padre yo tenía dieciséis años. Mi madre quedó a cargo del negocio y estuvimos mi hermana y yo hasta que cerramos El Polesu antiguo en noviembre de 1995.

- Pero usted quiso que el nombre de El Polesu siguiera.

-Sí. Yo era lo que había vivido, y después de unos meses busqué otro lugar, contacté con mi hermano, Fredi, que estaba trabajando en otra cosa, por si quería poner un negocio conmigo. Me dijo que sí y empezamos con un negocio nuevo. Estuvimos en el local de la plaza Manuel Llaneza nueve años, hasta 2004. Y un 22 de diciembre de ese año inauguramos el local actual.

- Ha pasado por muchas épocas de la hostelería polesa. ¿Cuál cree que fue el mejor momento?

-Yo creo que la época de mi padre, en la sidrería antigua. Porque entonces estaba todo muy centralizado. A no ser algunos chigres que había por los alrededores, estaba todo concentrado en el centro, donde el Ayuntamiento y el Parque: Los Portales, El Colón, El Xingo, y de cafeterías El Rasán y El Jardín. Y las fiestas se hacían todas en el parque: Les Comadres, los Güevos Pintos y El Carmín. Nosotros en fiestas retirábamos la sidra por la tarde. Y es impresionante lo que se vendía, de cenas de bocadillos, era muy típico venir de Gijón a tomar el bocadillo de carne asada o guisada, o los calamares. Con los años, las fiestas se dispersaron y ya era de otra forma.

- Dice que aquella fue la mejor época. No obstante, mediados de los noventa no era mala época para abrir una sidrería.

-Es cierto. Nosotros donde está ahora El Raitán vendimos muchísimo. Aprovechábamos mucho la terraza. Toda la época de verano teníamos cerca de 12 mesas de terraza, y en las fiestas poníamos más. Funcionó muy bien.

- El cambio al local actual llegó poco antes de la crisis.

-Los dos o tres primeros años fueron muy buenos. Después la crisis fue muy dura. Se nota todavía. Cuesta mucho trabajo llevarlo adelante.

- ¿No ha notado mejoría en los últimos años?

-Sí. Mejoró un poco, pero es lento. Hubo una época en que julio y agosto eran buenísimos. Sobre todo agosto, que en la época buena era el mejor mes del año. Todo eso pegó un bajonazo tremendo con la crisis. Y después estaba el tirón de Les Campes en verano. Y así y todo, todas las sidrerías, aquí o allí, notamos que la gente empezó a consumir mucho menos, sobre todo en comer. Pero creo que está cambiando otra vez. Este año y el pasado empezamos a tener gente todos los días. Empieza a haber movimiento, pero va muy despacio.

- ¿Su sidrería es de las que pide mal tiempo?

-Sí. Lo notamos. Es un sitio muy grande y la gente busca un local como el nuestro. Los sitios con terraza y bar pequeño son buenos cuando hace bueno, pero si hace mal día es más complicado. Para nosotros es al revés.

- ¿Y cómo están los hábitos sidreros?

-Sigue habiendo mucha gente. Y hay mucha juventud. Influye mucho que la sidra es más barata. Una copa de vino te cuesta casi tanto como una botella de vino, y una cerveza igual.

- Hay quien dice que la sidra es demasiado barata.

-Sí. Es muy barata, porque necesita mucha atención, y además la clientela de la sidra es muy exigente. Te pide sidra buena. Nosotros procuramos mantener un palo de sidra bueno, que guste, y otro con Denominación de Origen. Pero así y todo, nunca está bien para todos. Creo, no obstante, que la que tenemos suele gustar a todo el mundo. Antes había sidra mala, ahora ha mucha calidad, es más uniforme. Volviendo al precio, hubo un tiempo en que nos reuníamos para hablar del precio, pero ahora está prohibido, no puedes ponerte de acuerdo. Porque, hay que decirlo, la Pola es siempre el último sitio en subir los precios. En las ciudades lo suben siempre antes que nosotros.

- La hostelería de la Pola no acaba de estar unida.

-Es muy difícil. En su día, por ejemplo, se hicieron unas jornadas gastronómicas de los menudos de la ternera, que tuvieron años muy buenos, y después dejaron de hacerse y no hubo manera de recuperarlas. Cuesta mucho trabajo poner de acuerdo a la gente.

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