El rescate que el helicóptero de Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias realizó ayer por la tarde en los acantilados de Tazones fue un tanto peculiar y poco común. Se trataba de extraer una huella de dinosaurio de grandes dimensiones, con alrededor de 400 kilos de peso. Aún impresiona más el tamaño del terópodo que dejó esta pisada hace 154 millones de años.

Aunque no está claro qué tipo concreto de terópodo era, sí se conoce que se trataba de un carnívoro similar a un tiranosaurio, de entre dos y tres metros de altura hasta la cadera, entre ocho y diez de longitud y con un peso ligeramente inferior a dos toneladas.

Esta icnita se conservaba como contramolde (el relleno de la pisada) en la base de un bloque suelto de arenisca en la zona conocida como Soleru, un acantilado de difícil acceso, al este de la Punta del Olivo, en el límite con Oles. Los gemelos Teo y Gerardo Morís colaboraron una vez más en el rescate de la pieza con el equipo científico del Museo Jurásico de Asturias (Muja), formado por José Carlos García-Ramos y Laura Piñuela, quienes descubrieron hace un par de años este contramolde. No querían arriesgarse a la llegada de los temporales del invierno. Ya está a salvo.

Ahora, una vez trasladada la icnita al Muja, se encargarán de "limpiar el material que tiene entre los dedos para que se vea la morfología y colocarla en el jardín del Museo", explicó Piñuela.

La geóloga explicó que, gracias a la buena conservación de la huella, de 57 centímetros de longitud, se aprecian tres dedos que terminan en garras, almohadillas digitales y un entrante marcado en la zona posterior, lo que confirma que fue marcada con el pie izquierdo. Estos rasgos concluyen que esta pisada perteneció a un dinosaurio terópodo (carnívoro) que caminaba sobre un barrizal apoyando exclusivamente sus patas traseras. Explicó que la formación de la ictina se produce cuando, al dejar la huella en el barro, ésta se rellena con un sedimento de distinta composición, lo que hace que haya contraste, y se sigue sucediendo la acumulación de sedimentos hasta que queda enterrada a gran profundidad. Entonces actúan la presión y la temperatura transformándola en una roca dura. Con los movimientos de la tierra, esas rocas con las huellas salen a la superficie. Por un lado, estará el hueco dejado, que es la huella real, y luego está el relleno de esa huella, que es el contramolde, lo que se rescató ayer. El bloque de arenisca que la contiene es de rocas silíceas de la segunda mitad del Jurásico, conocida como Formación Lastres.

Laura Piñuela destacó que las huellas de carnívoros son relativamente escasas y en la colección del museo tienen tres, pero dos de terópodos diferentes. Subrayó la importancia de esta icnita, que perteneció a un terópodo feroz y peligroso, como carnívoro que era. La directora general de Patrimonio Cultural, Otilia Requejo, destacó que "es una aportación muy importante para la colección del Muja, uno de los museos más visitados de Asturias". Gerardo Morís resaltó la importancia de la coordinación del equipo de rescate para garantizar la seguridad.