El cuerpo de Félix Llaneza, el sierense que falleció en Perú la pasada semana cuando cooperaba con una ONG, llegó ayer al fin a Pola de Siero al final de la tarde de ayer. En el tanatorio se congregaron muchos amigos y vecinos para arropar a su familia. Allí recordaron la vida del que era presidente de la Asociación de Festejos La Llosa de Santa Eulalia de Vigil (Santolaya), de 43 años. "Para él la vida era una fiesta", rememoraron. Llaneza será enterrado hoy en su pueblo, Santolaya, después del funeral en la iglesia parroquial, que está previsto para las 17.00 horas.

Los restos mortales llegaron ayer al mediodía a Madrid. Sin embargo, según explica la familia, los trámites para traerlo por carretera se alargaron al ser un día festivo. La afluencia al velatorio fue masiva desde su apertura. "Estamos muy agradecidos por las visitas y por la gran cantidad de centros de flores llegados de muchos sitios", subrayaron sus familiares, que, añaden: "Estamos deseando que esto se acabe para que todos podamos descansar por fin".

El fallecimiento de Llaneza, por causas naturales, se produjo en una zona poco accesible de los Andes peruanos. En concreto en un hostal del Cañón del Colca. Esto retrasó su vuelta a España, ya que los restos mortales tuvieron que ir primero a la ciudad de Arequipa para la autopsia y luego a Lima, donde se cerraron los trámites para su repatriación. Finalmente, ayer pudo celebrarse el velatorio, que continuará hasta el funeral.

En el tanatorio, sus muchos amigos rememoraron algunas vivencias junto a él. "Tenía una carcajada muy especial. Estuviera donde estuviera siempre se la contagiaba a todo el mundo", abundó Eduardo Montes, compañero en la Sociedad de Festejos de Santolaya.

En el pueblo echarán mucho de menos al que durante cuatro años estuvo al frente de las fiestas. "Siempre recordaba su infancia allí. Hubo un momento en que nos reunimos una serie de amigos que habíamos vivido allí de niños y decidimos que un pueblo como Santolaya tenía que tener su propia fiesta. Queríamos juntar a las tres generaciones de la localidad y lo conseguimos", contó Nacho Calviño haciendo referencia a cómo junto a Llaneza rescataron los festejos para el pueblo después de más de veinte años sin celebrarse.

Pero la actividad del cooperante no quedaba solo en la fiesta grande. "También recuperó una jornada gastronómica de la fabada que hacía tiempo se celebraba en el pueblo y otra jornada en la que primero había una misa y luego se hacían castañas", añadió Calviño.

En todas esas actividades, "transmitía mucha calma, aunque algo no estuviera bien organizado él se mantenía tranquilo", apuntó Eduardo Montes, a lo que Calviño agregó: "Para nosotros era un símbolo de fiesta, alegría y amistad. Una persona única y para el que la vida era una fiesta. Si pensabas en él pensabas en fiesta".

Por ello no es de extrañar que para ambos hayan sido "unos días muy duros y largos". Durante esta semana "lo más que se pidió fue el respeto a la familia", que han afrontado una larga y dolorosa semana hasta poder velar el cuerpo de Félix Llaneza.

Estas largas jornadas de espera por fin acabaron ayer. "Después de la espera, ya podemos despedir a nuestro amigo, que dejó un vacío muy grande", concluyen.

Llaneza era una persona muy "conocida y querida", destacan sus allegados. Su fallecimiento la pasada semana causó una gran conmoción en el concejo. Tanto en Pola de Siero, donde tenía a su grupo de amigos, como en El Berrón, donde residía, y también en la localidad de Santolaya, donde había pasado su infancia, resumió Calviño.