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Nostalgia de la antigua Baragaña

"Estaba mejor antes", coinciden los vecinos sobre el eje de la vida candasina, cuya remodelación comenzó a fraguarse hace una década

La plaza de La Baragaña, ayer. A. F. V.

Eje de la vida candasina, la plaza de La Baragaña es uno de los lugares de reunión preferidos por los vecinos. Justo hace una década comenzó a fraguarse la remodelación del "kilómetro cero" de la villa marinera, con la idea de darle un lavado de cara y acondicionarla "a los nuevos tiempos que corren". Tras unas obras que se prolongaron más de la cuenta y que se dieron por finalizadas en 2011, los vecinos siguen echando de menos su anterior zoco: "Se mire por donde se mire, estaba mejor antes".

Además de darle un lavado de cara, el Ayuntamiento pretendía abrir más el espacio de la plaza y fusionarlo con La Baragaña alta. Sin embargo, para los vecinos estos objetivos no se han conseguido. "Ahora está todo mucho más cerrado, con tanta piedra", lamenta Antonio Rodríguez, quien también señala el mal estado de algunos de los remates. "Algunas de las esquinas son un peligro para los niños", apunta el vecino, que, al igual que otros vecinos, acude al zoco candasín con sus nietos.

"Antes era más segura para los niños. Sólo tenía dos salidas y los podías vigilar mejor. Era como un corralito", coincide una comerciante de la plaza, a la que le gustaba más la estética que tenía la antigua Baragaña. "Ahora se ha quedado como más pequeña", agrega.

También hay quien considera que el nuevo diseño ha restado "personalidad" a La Baragaña. "El cambio ha sido tan drástico que parece que no se le reconoce", afirma Enedina Prendes sobre la plaza, que mantenía su fisionomía desde finales del siglo XVIII.

"Ahora es diferente. Quizás antes era más tradicional, pero eso no quiere decir que sea ni mejor ni peor", apunta por su parte Jesús Marquínez, comerciante de la zona, que todavía recuerda las pesadas obras de reforma. "Sabe Dios la cantidad de hormigón que metieron ahí. Es el mejor búnker de Candás", comenta entre risas sobre el aspecto de una plaza para la que, por lo visto, cualquier tiempo pasado fue mejor.

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