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El ciclismo se junta en El Berrón

"Desde aquí se puede ir a cualquier sitio", dicen los ciclistas de la localidad, por donde pasan cientos de aficionados a diario

Por la izquierda, Eduardo Fernández, Pablo del Hierro, Servando Fernández, Jesús Álvarez, Joaquín Ramos y José Antonio Arribas. A. I.

Es imposible recorrer la carretera N-634 entre Pola de Siero y El Berrón sin encontrar, al menos, una veintena de ciclistas en el recorrido. A diario, varios centenares de aficionados de las dos ruedas pasan por el cruce de la localidad sierense. A veces para reunirse con mas aficionados, otras para adentrarse a descansar y tomar un café. "Desde aquí se puede ir hacia cualquier sitio, es un cruce de caminos con Gijón, Avilés y Oviedo. Además, el recorrido es muy llano", destacan los miembros de una grupeta de Avilés que pasan por esta zona con mucha frecuencia. Su historia es la del auge del deporte de las dos ruedas en Asturias, nutrido especialmente de jubilados en busca de algo que hacer con su tiempo libre. "Nosotros somos un grupo de Avilés, llamado 'San Agustín'. Lo integran más de 50 personas, con una media de edad superior a los cincuenta e incluso miembros de unos setenta", comentan.

Como es frecuente ver por la zona de Siero, estos grupos se juntan entre ellos, conformando grupetas que pueden pasar de los treinta ciclistas. "Venimos a veces con los de Ensidesa y hacemos un pelotón enorme", cuentan los integrantes del "San Agustín", que reconocen un cierto pique: "Aunque el objetivo es pasarlo bien, si los podemos dejar de rueda, mejor todavía", confiesan.

La bici les ha permitido vivir muchas circunstancias interesantes. "En esta zona nos cruzamos mucho con profesionales", apunta uno de los integrantes del grupo. Además, la posibilidad de acceder a muchos rincones facilita hacer rutas gastronómicas: "Vamos por ahí y acabamos comiendo un pote de berzas", ríen. Más problemático que el potaje, siempre que no haya que coger la bicicleta después, es el gusto de algunos por recolectar fruta. "Un amigo coge manzanas y castañas de los prados, y algún dueño ya salió detrás de él", recuerdan. Estas y otras vivencias pasan todos los días por la localidad sierense, allí donde llevan todos los caminos del ciclismo asturiano.

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