Más allá de planificar la ciudad compacta, desarrollando los núcleos que ya hay, en la zona rural se busca favorecer la fijación de la población y evitar el despoblamiento, que incide de forma negativa en la conservación del equilibrio natural del territorio.

Los redactores del planeamiento de Siero son conscientes de que "el proyecto del futuro modelo territorial está sometido a una considerable incertidumbre, debido a las dinámicas sociales y económicas tan cambiantes en estos momentos". Por lo que plantean cuatro posibles escenarios.

El primero de ellos propone un crecimiento moderado y de contención, pues se basa en la hipótesis de que descienda o no crezca la población. Incluye sólo el suelo urbano consolidado y el ámbito de los núcleos rurales construidos. Prioriza la protección paisajística de los bosques, suelos agrícolas y de espacios naturales. Al considerar únicamente las unidades de actuación desarrolladas en los núcleos de mayor tamaño, la capacidad de acogida sería sólo de 2.000 nuevas viviendas. Con el ritmo intenso de crecimiento de los últimos años esto supondría una capacidad para al menos unos diez años.

La segunda propuesta tampoco convence al presentar un crecimiento intensivo y la protección paisajística quedaría bastante comprometida. Se basa en la hipótesis de un gran aumento de la población, casi doblando los habitantes actuales hasta los 103.894.

El tercero de los escenarios habla de un crecimiento intermedio. El suelo urbano no consolidado -considerando exclusivamente los tres núcleos principales (Pola, Lugones y El Berrón)- permitiría incrementar la oferta hasta más de 3.500 viviendas y el urbanizable delimitado y en vías de desarrollo, lo incrementaría hasta 12.600.

La cuarta propuesta es la que más convence. Es la que denominan de estructura general y orgánica del territorio, que es una combinación intermedia. Aquí, en el suelo urbano y urbanizable se distinguen los usos residencial, industrial, comercial y otros. Este modelo de expansión urbanística propone un potente eje de urbanización en el centro del valle, entre la Pola, Lugones y La Fresneda. Además, da un peso fundamental a los ejes fluviales como grandes conectores ambientales y resalta la importancia de las autovías que cruzan Siero.

También es el escenario que mejor se adapta a la filosofía de este documento, que aboga por un desarrollo sostenible. Persigue el uso racional de los recursos naturales y la protección del medio. Piensa en poder atender las necesidades de todas las capas de la población manteniendo una previsión de viviendas de protección suficiente. Quiere reducir el consumo de suelo, así que centra el desarrollo urbanístico principalmente en la consolidación del urbano ya delimitado, con un desarrollo en altura, fomento de la rehabilitación edificatoria y establece plazos para ejecutar la urbanización de los no consolidados. Igualmente, se quiere disminuir el consumo energético, maximizar los servicios e infraestructuras que ya hay, evitando afrontar nuevas inversiones y reducir el gasto en la prestación de servicios.

Se incluyen varias medidas para frenar la contaminación.