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Reencuentro a los pies de la Santina

La argentina Inés Yagüe visita por primera vez Covadonga con su primo Fermín Ardisana, naveto al que conoció tras una ardua búsqueda por internet

Inés Yagüe, Jorge Barbieri y Luis Fermín Ardisana, ayer, en Covadonga. C. CORTE

La argentina Inés Yagüe Lafuente es el ejemplo viviente de que los sueños, si se desean mucho, pueden hacerse realidad. La mujer, residente en Buenos Aires y nieta de un asturiano nacido en el concejo de Nava, añoraba con todas sus fuerzas cruzar el charco para conocer a los familiares de los que su abuelo tanto le había hablado: gente fuerte, con gran capacidad de superación y que encomendaba su suerte a la Santina, una Virgen que descansaba en una cueva casi mágica situada en Covadonga.

Animada por su madre, ya fallecida, Yagüe comenzó a rastrear su árbol genealógico hace una década. La única pista con la que contaba era con la partida de nacimiento de su abuelo materno, Manuel Lafuente, quien con dieciocho años emigró a Argentina desde Nava en busca de un futuro y unas condiciones de vida mejores. Las nuevas tecnologías, y en concreto las redes sociales, fueron sus grandes aliados. A través de ellas contactó con Josefina Simón del Dago, un ama de casa de Coraín (Cangas de Onís) que desde hace más de siete año ayuda desinteresadamente a encontrar sus raíces a todos los vecinos que se lo requieren. Josefina movió sus hilos en la región y tras consultar varios archivos y conocidos concluyó en que a la argentina le quedaban algunos parientes en el núcleo rural de Grátila. Yagüe no se lo pensó dos veces a la hora de coger un avión para conocer la tierra que vio nacer a sus antepasados. En compañía de su marido, Jorge Barbieri, viajó a Grátila y picó puerta por puerta solicitando información del abuelo. Aquella incursión, en la que también estuvo acompañada por Josefina, fue infructuosa, pero Yagüe no perdió la esperanza. De vuelta a casa siguió participando activamente en grupos como "Nun yes de Nava si...". Su tesón tuvo entonces recompensa: un usuario aseguró tener constancia de un tal Luis Fermín Ardisana Lafuente, que resultó ser primo segundo de Yagüe y el único familiar que le quedaba vivo en Asturias.

Los parientes comenzaron a tener comunicación constante a través del correo electrónico, por donde intercambiaban fotos, anécdotas y datos de interés. El afecto fue creciendo y Yagüe volvió a viajar a Nava hace un lustro para conocer en persona a su primo. "Fue muy emocionante poder abrazarlo y visitar la casa en la que nació mi abuelo", reconoce. Ni los cientos de kilómetros que separan sus hogares fueron impedimento para que la relación se hiciera cada vez más fuerte. Por eso, Yagüe regresó ayer a Asturias, para invitar a su primo a visitar Argentina. "Me dan miedo los aviones, vuelan demasiado alto", confesaba el hombre, de 67 años de edad. Para quitarse los miedos ambos visitaron por primera vez juntos la Cueva de la Santina de la que tanto hablaba el abuelo. "Venimos a pedirle protección y a agradecerle el milagro de que nos hayamos encontrado", resumieron los protagonistas de la aventura transoceánica.

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