Cada mañana, en la tercera planta de la casa de la Cultura de Lugones puede verse una figura menuda sentada con la vista puesta en el periódico. El que entra en la sala, la ve de perfil y rápidamente se sorprende. No es de extrañar, pues María Álvarez Flórez tiene ya 96 años. Sin embargo, no perdona leer diariamente LA NUEVA ESPAÑA. "Es el periódico que más me gusta", explica.

La acompaña su hija, que espera junto a ella mientras se empapa de las pequeñas letras impresas en papel prensa. "Miro todo lo que puedo, pero tampoco quiero tenerlo demasiado tiempo porque hay que dejar que los demás también lo lean", subraya.

Esa devoción por el periódico, comienza ya en su adolescencia. "Tenía quince o dieciséis años y a casa siempre traían un semanario de sucesos", rememora. Poco tiempo después, esta publicación comenzó a llegar al pueblo de Nalió, en Grado. "Todos los días un vecino traía un ejemplar de LA NUEVA ESPAÑA y lo íbamos pasando por las casas para poder mirarlo todos. Luego al día siguiente lo compraba otro, y así. No había dinero como para permitirnos uno cada uno", comenta.

Fueron años "de mucho trabajo en el campo, con el ganado, cuidando la casa...", señala la mujer, que recuerda aquellos tiempos como "una época de mucha necesidad en la que vivíamos sin sueldo, de la labranza, amasando el pan en casa... de manera autosuficiente".

Fue pasando el tiempo, y Álvarez Flórez, que tuvo cinco hijos, nunca dejó de sacar tiempo para satisfacer su pasión por la lectura: "Es mi evasión, la televisión no me gusta". Esta no era, sin embargo, su única distracción: "Hacíamos castañas y casadiellas, cada día en una casa, e íbamos todos los vecinos del pueblo allí. Era una relación muy bonita, muy cercana", cuenta.

Allí en Nalió, el lugar del que guarda tan gratos recuerdos, permaneció de manera continua hasta 2006. A partir de entonces, comenzó a pasar los inviernos con su hija en Lugones y hace tres años se quedó de manera permanente. "Aquí me tratan genial, especialmente en la Casa de la Cultura. La gente me ve y me pregunta cosas, y yo a ellos, es un verdadero placer", comenta sobre sus visitas diarias. Después de pasar la mañana allí, vuelve a casa con su hija y por la tarde "salgo a tomar un café de cafetería".