Coincidiendo con su décimo aniversario, la asociación de payasos de hospital "Clowntigo", con sede en Oviedo, ha sido galardonada con los Premios Yumper "Asturianos de braveza" 2018, que se entregarán este viernes en el Centro Cultural de La Fresneda. Francisco García-Bernardo (Oviedo, 1974) es el coordinador de la entidad que pone color a los grises pasillos de los hospitales y que reconocen estar muy ilusionados con este reconocimiento, que ensalza el valor humano de todo lo que hacen desde esta entidad que cuenta con 14 miembros.

- ¿Qué se siente al hacer brotar una sonrisa de la cara de un niño hospitalizado?

-Es un gran regalo. La razón de ser de lo que hacemos es ver que por lo menos mientras estamos allí los niños levantan un poco la cabeza, se ríen y se olvidan un poco de que están enfermos. Es nuestro regalo y nuestra satisfacción. Hace que te vayas a casa cargado de energía y muy contento. Por eso seguimos. Si cada vez que vamos no tuviésemos "feedback" de los niños y las familias no creo que esto llevase diez años funcionando.

- ¿La risa cura?

-Desde noviembre estamos en un proyecto con la UCI pediátrica. Para nosotros es un pasito más allá, porque sentimos que es donde más útiles somos a nivel terapéutico. Vamos los jueves por la mañana y ayudamos en lo que nos piden. Además, como los niños está monitorizados, podemos saber el impacto que tiene nuestra presencia. a través de la frecuencia cardiaca, el oxígeno en sangre... Y también lo podremos comparar con nuestra actividad, cuando ven un programa de televisión.

- ¿Y lo hay?

-Todavía es pronto, pero por lo que podemos saber, sí. Tenemos el caso de una niña que lloraba mucho cuando la cogían, cuando la iban a lavar... Tenía una tendencia muy grande al llanto. Pues con nuestra presencia, esa tendencia se reduce.

- ¿Necesita el personal sanitario cierta formación en este sentido?

-No sé si en el programa académico manejan o se contemplan este tipo de técnicas, pero está claro que saber cómo acercarte a un niño desde el juego y una serie de técnicas es muy interesante. Para un médico puede ser muy útil saber manejar una marioneta o hacer unas pompas de jabón. Incluso, hasta podría ayudar a reducir la sedación en algunos casos, lo que es muy beneficioso. En este sentido, y como en todo, he visto algunos profesionales que tenían más mano y otros que no tanto. Pero al final es empatía.

- ¿Trabajan codo con codo con el personal sanitario?

-Nos ha costado, pero empieza a haber más relación con los facultativos. Ahora nos empiezan a ver como un colectivo que puede ser muy útil y que puede ayudar en algunas fases de recuperación de los niños; además de en ciertas situaciones, como los pinchazos o momentos de dolor, que también ayudamos a que los pequeños se distraigan. Podemos decir que, en general, poco a pocos nos hemos ganado su corazón y su respeto. Y es que la medicina no debe estar reñida con los payasos o con la musicoterapia. Además, también considero que debe ser importante hacer de los hospitales un lugar más agradable: que se decoren las plantas de pediatría, que haya espacios verdes por donde se pueda pasear...

- Coincidiendo con su décimo aniversario, la Asociación Yumper les entrega su máxima distinción. ¿Cómo la reciben?

-Nos hace especial ilusión. Estamos acostumbrados al reconocimientos de las familias y el agradecimiento de los niños, pero que una asociación que defiende los valores humanos nos imponga esta distinción es importante para nosotros. Hasta ahora nadie nos había hecho ningún reconocimiento.