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Un libro descubrirá la historia de la sidra roja y de los llagares del concejo de 1893 a 1950

Los estudiosos no tienen clara la fórmula de la bebida y achacan su tono ámbar a que fermentaba en toneles de madera de cerezo sin rellenar

Paloma García, autora del libro, escanciando.

Todo lo que puede saberse de la sidra roja, el singular caldo propio del concejo de fuerte sabor y color ámbar, que fue muy popular en Asturias a comienzos del siglo XX, desde 1893 a 1950. Esto es lo que se podrá encontrar en el libro que actualmente está elaborando la Asociación Cultural de Sidra Casera Concejo de Carreño, y que esperan pueda ver la luz en los próximos meses. La obra será fruto del minucioso trabajo de la doctora en Historia Paloma García y del diseñador Carlos Cancio. "Es un recorrido a todo lo que hay publicado en esas fechas sobre la sidra y anécdotas derivadas de su consumo", explica el presidente de la entidad, Félix Muñoz de la Vega.

De momento, la asociación asegura que no puede desvelar mucho sobre el contenido del libro, más allá de que se está elaborando a partir de noticias publicadas en prensa entre 1893 y 1950. "Tendrá una veracidad contrastada. Aquí no vale lo de 'Pepe díjome esto ni Manolito lo otro'", explica Muñoz de la Vega sobre la obra, que trascenderá a la producción en sí de la sidra. "También tendrá alguna anécdota con la sidra como protagonista en alguna fartura, términos que se empleaban en la época y cosas así", abunda el presidente de la entidad, quien, pese a que casi se le escapa la risa al recordarlas, prefiere no hacer "spoilers" antes de la publicación del libro.

Lo que tampoco se desvelará en el libro es el secreto y la fórmula de la sidra roja, una bebida originaria de Carreño, muy apreciada en su día y que destacaba, además de por su tono rojizo, por su fuerte sabor. Y no porque la asociación se lo quiera guardar para sí, sino porque es algo que no tienen al cien por ciento claro.

"Creemos que es un conjunto de factores", explica Muñoz de la Vega sobre el secreto de una receta en el que creen que influían las variedades de manzana utilizada (todas ellas "fuertes") y que fermentaba en toneles hechos con madera de cerezo, lo que muy probablemente la teñía de ese característico color ámbar que la hizo famosa en toda Asturias.

"Se decía que era una sidra con alma, porque tenía mucho cuerpo", afirma el presidente de la asociación, que aún recuerda el regusto de la bebida, una característica que achacan a que "los toneles no se rellenaban durante la fermentación, y la propia sidra criaba una tela por encima que la protegía, quedando un vacío que, creemos, es lo que le daba la fuerza especial": "Con el primer culín respingabas, el segundo ya entraba bien"

La producción de la bebida tuvo su momento de máximo esplendor en torno a 1920, cuando se tiene fe de que había unos 120 lagares en activo. "Hay que entender que no tenían una producción industrial como las de ahora", explica el experto sobre una actividad que podía tener como resultado unos 25.000 o 30.000 litros del zumo de manzana fermentado por casa.

Actualmente, en Carreño sólo queda un gran lagar, en Albandi. ¿Por qué? La respuesta no está clara, pero Muñoz de la Vega lo achaca "a la industrialización de mediados del siglo pasado". "La llegada de la cementera, la central térmica, Ensidesa y posteriormente Dupont hizo no sólo que la gente fuese abandonando el campo, sino también que muchas hectáreas de manzanos desaparecieron por el desarrollo urbanístico o industrial del concejo", apunta, para rematar: "Las pomaradas más grandes que conocí estaban en lo que hoy es la cementera".

Sobre la situación de la industria sidrera, Muñoz de la Vega cree que el futuro pasa por los productos gaseosos derivados de la sidra, que puedan ser consumidos por el público general. "Es por donde están tirando todos los productores y parece ser el camino", apunta sobre la tendencia.

Ahora, con el trabajo de documentación finiquitado, la asociación buscará la financiación necesaria para publicar su libro. Aseguran que durante todo el proceso han tenido un gran apoyo por parte del Ayuntamiento de Carreño y confían en que sean varias las empresas que ayuden a subvencionar un recuerdo de una de las sidras más peculiares que ha dado Asturias.

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