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RODRIGO FERNÁNDEZ JOGLAR | Director de la Banda de Gaitas de Noreña

"La cultura propia es fundamental a la hora de conocernos como sociedad y pueblo"

"Es imposible dar clase de gaita como el que las da de taichí o de inglés; para hacerlo hay que tener en cuenta el sustrato cultural de Asturias"

Rodrigo Fernández Joglar, delante de la Torre del Reloj de Noreña. A. I.

Rodrigo Fernández Joglar (Cabranes, 1988) es el actual director de la Banda Gaitas "Villa y Condáu de Noreña", enmarcada dentro de la asociación folklorico-musical que lleva el mismo nombre, y que también cuenta con la Escuela de Música Popular. La trayectoria de Fernández Joglar es extensa a pesar de tener solo 30 años de edad. Comenzó con la agrupación Fuente Fuécara (nominada este año a los premios Amas), después estuvo vinculado a "La Raitana" de Nava y Piloña, para formar a continuación su banda propia, "Lakadarma" con sede en Infiesto.

- ¿Cuándo empezó a tocar la gaita?

-Aunque soy de Cabranes, vivimos un buen tiempo en Posada de Llanera y fui allí a la escuela de música con mi hermana. Nos formamos en gaita, acordeón, piano y percusión. Cuando se aprobaron los estudios de gaita en el conservatorio en el año 2006, hicimos la prueba y entramos allí. Formamos parte de la primera promoción del centro en ese instrumento. Tanto a mi, como a mi hermana, nos apuntaron nuestros padres porque les gustaba que hiciéramos algo asturiano y nos gustó. Ahora ambos nos dedicamos a ello. Ella toca con grupos de folk y de metal y da clases de gaita particulares.

- ¿Como fue el paso por el Conservatorio de Oviedo?

-Me coincidió con la universidad. Estudié pedagogía en Oviedo y estuve haciéndolo en paralelo. Cinco años de carrera y uno de máster coinciden justo con los seis años de conservatorio. Me organizaba como podía con los horarios. Cuando tenía clase por la mañana en la universidad iba al conservatorio por la tarde y viceversa. Era una locura, muchos días salía a las ocho de la mañana de mi casa en Llanera y no llegaba hasta las diez de la noche.

- No lo apostó todo a la música.

-En este país, es difícil centrarte únicamente en la música sin tener otra formación paralela. Se ve cuando evalúas realidades, como el problema con el reconocimiento del estatus de artista, o temas como la facturación del Iva. Esto hace muy difícil dedicarse a la música en España. En casa siempre tuvimos claro que había que tener un salvavidas, otra cosa a la que dedicarnos. Luego, con suerte, puedes hacer de esto tu vida.

- ¿Que encaje tienen la pedagogía y la música?

-En este caso va unido. Al ser profesor de música, todo lo que estudias en la carrera lo aplicas a la hora de dar clases. Es una cosa que se combina totalmente. Para trabajar, ya sea con críos o con adultos, tienes que tener recursos pedagógicos de todo tipo.

- ¿Cómo llegó a Noreña?

-Llevo vinculado a la banda unos tres años. Empecé haciendo alguna colaboración puntual, luego me incorporé al profesorado de la Escuela de Música y Danza Popular de Noreña, que es el brazo pedagógico de la asociación. Llegado un punto, la junta directiva precisaba de un director externo y contactó conmigo.

- ¿Le sorprendió la cantidad de actividades culturales que hay en la Villa Condal?

-Lo que más me sorprendió es que hay mucha actividad pero no se da a conocer fuera de Noreña. En mi caso particular, no conocía todas estas cosas de música popular que se hacen aquí, que son muchas y buenas. Es un síntoma de sensibilidad hacia la música y la cultura del pueblo, pero parece que no salen de la localidad, habría que darlas a conocer.

- Hablando de identidad y música popular, ¿porqué es tan importante la segunda para la primera?

-La cultura propia es fundamental a la hora de conocernos como sociedad, y como pueblo. Esa introspección no se puede separar de las tradiciones. Entre ellas la música, el idioma o el patrimonio arquitectónico. Es un todo que nos pone en el mapa a nivel mundial, nos otorga un valor diferencial. Si te desprendes de ello, no queda nada que te ponga en valor, quedas desarraigado. Por ejemplo, no se puede ser profesor de música tradicional sin tener claro todas estas cosas. Es imposible dar clase de gaita como el que da clases de taichí o de inglés. Para hacer esto hay que tener en cuenta ese sustrato cultural propio de Asturias.

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