Los propietarios de la fábrica de embutidos de Albandi que el jueves fue pasto de las llamas se encuentran a la espera de que la Guardia Civil termine de investigar el origen del fuego y del peritaje del seguro antes de hacer un balance fiable de los daños ocasionados por el incendio. No obstante, la misma noche del fatal suceso los dueños de la empresa ya aseguraron que su idea es buscar un nuevo local en el que continuar su actividad y que los puestos de trabajo de los ocho empleados que tienen en Albandi -también cuentan con una planta en Noreña- no corren peligro.
Aunque los propietarios de Juntamar (la firma noreñense Noval Junquera e Hijos SL) no han podido acceder todavía a sus instalaciones, todo apunta a que se cumplirán sus peores presagios. "Tememos que esté todo calcinado", lamentaba el jueves Francisco Javier Noval, con respecto a los daños del fuego.
Al mediodía de ayer, de las instalaciones de la empresa, en la que se ahumaban morcillas, todavía seguía saliendo humo. Pese a que el edificio estaba precintado, se podía apreciar claramente cómo parte de los techos se habían derrumbado y las llamas habían teñido de negro todas las instalaciones.
Pese a que todavía se desconoce el origen del fuego, todos los indicios apuntan a que se desató en la zona de ahumado de morcillas. Miembros de la Guardia Civil entrevistaron ayer a varios trabajadores de la fábrica a fin de esclarecer lo ocurrido.
Cuando comenzó el incendio, en torno a las 15.30 horas, no había ningún trabajador en las instalaciones de Juntamar. Los ocho empleados de la planta habían finalizado su jornada a las 14.00. Ahora, la empresa piensa en rocolocarlos en su factoría de Noreña, que emplea a más de medio centenar de obreros.
