En febrero del año 1969, a tres amigos les rondó una idea por la cabeza: crear una línea de productos preparados y venderlos enlatados. Utilizando las recetas de la madre de uno de ellos, "Mamina Sara", hicieron un primer ensayo experimental. Finalmente, cinco meses más tarde, José Blanco Mencía y otro socio fundaron La Noreñense, en el polígono de La Barreda de Noreña. "De aquella eran todo praos", recuerda Manuel Bellón, actual director de fábrica, en una empresa que, a pesar de haber crecido exponencialmente, sigue manteniendo la esencia de sus inicios, hace ya cinco décadas.

En aquellos tiempos, la instalación contaba con 32 fogones y una autoclave. La plantilla era de 14 trabajadores y todos los procesos se realizaban manualmente. Hasta tal punto que conseguir que todas las latas llevaran la misma cantidad suponía un quebradero de cabeza: "Metían las legumbres a mano. Como cada uno tiene las manos más grandes o más pequeñas, echaban cantidades diferentes. Para solucionarlo recurrieron a un amigo tornero, que les preparó unos vasos dosificadores", relata Bellón. Pasaron los años y el proceso se fue tecnificando. La esposa de Blanco le ayudó a adaptar las recetas de su madre a los nuevos procesos. Hasta entonces la producción se limitaba a entre ochenta y noventa latas diarias.

La década de 1980 fue muy movida para La Noreñense. Blanco se quedó como único socio junto a su esposa. Además, incluyó un nuevo producto, las albóndigas en lata. "Hacían un churro de carne con los embutidores de chorizo y morcilla y le daban forma a mano", explica Bellón.

Las instalaciones se reformaron por primera vez en 1986 y alcanzaron su aspecto actual en la renovación de 2008. Blanco falleció en 2011, quedando la empresa para sus hijos, que en 2016 la vendieron al grupo navarro IAN. Sin embargo, muchos socios y empleados continúan vinculados a la compañía, que hoy en día tiene 60 trabajadores y prepara 100.000 latas diarias.