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Grado "afilona" en la capilla

Gerardo el maestro y Xosé Ambás recuperan el viernes la tradicional charla vecinal al final de la jornada: "Se hablaba hasta del más alla"

Xosé Ambás, Mari Canto García y Gerardo Alonso preparan el filón del próximo viernes en Grado. S. ARIAS

"En el filón no había ningún tema de base ni único, sino miles que podían surgir sobre la marcha; podía ser de las cosechas, el ganado o las ferias, pero se hablaba de todo, también cuentos, historias, romances y leyendas". José Gerardo Alonso, "Gerardo el maestro" o "Pepín de Las Cortes", como es conocido popularmente, conducirá junto con Xosé Ambás el filón que organizan el viernes en la capilla de Los Dolores de Grado dentro del ciclo "Voz en la maleza, me queda la palabra", que impulsa la concejalía de Cultura y la asociación cultural "Valentín Andrés".

Los filones, encuentros entre los vecinos para charlar en la tradición asturiana, se producían principalmente en invierno, en los meses en los que los días son más cortos y, tras mocer el ganado y terminar las labores del día, se reunían en una casa a hablar. Normalmente lo hacían siempre en la misma, y si el pueblo era grande incluso había varias. Y los motivos para acudir a una u otra dependían de muchas cosas, pero lo más destacado es que algún miembro de la casa tuviera un carácter ameno y extrovertido. Aunque también podían ir si había muchas mozas.

"Lo importante era el talante de la casa, siempre había uno o varios destacados por ser más simpáticos o porque sabía muchos cuentos o había vivido aventuras, se hablaba mucho de historias del otro lado del océano y, también, del más allá", resume Alonso, una fuente viviente del saber tradicional.

Conoció los filones en su pueblo, Rubiano, y también en el de su madre, Ambás. Y aún estuvo en más mientras fue maestro en concejos como Tineo o Ibias, ya en la década de los setenta del pasado siglo. Por eso, es un buen conocedor de esta tradición asturiana, conocida en otros puntos de la región como filandón, la fila, filangüiru o el filón, como se dice en Grado.

Una costumbre en la que también participaban niños y mujeres. "La mujer llevaba un papel secundario, pero de cara a la galería, porque luego ya con el tiempo la paisana solía adquirir poder y son las principales transmisoras de la cultura tradicional porque eran las que sabían los cuentos, cantares y leyendas", detalla Alonso.

Otra de las peculiaridades que destaca es que en los temas se solían evitar aquellos que pudieran generar tensión o malherir a alguno de los presentes, "eso ya quedaba para las juntas vecinales o en la danza", precisa. Unos filones que perdieron impulso con la llegada de la radio o la televisión, que dejaron a un lado la amena conversación.

Grado quiere recuperar y mostrar esta tradición y lo hará el viernes, a las 20 horas.

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