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Ideas en torno a un emblemático espacio de Pola de Siero

La comida salvó Les Campes en el siglo XXI

Gúmer, hostelero decano de una plaza que prefiere sin coches, ve en el florecimiento de sidrerías y restaurantes la fórmula que la revitalizó

Gúmer Fernández toma nota en la barra del bar El Pumarín. MANUEL NOVAL MORO

Si hay un bar que ha sido testigo de las muchas vicisitudes que pasó la plaza de Les Campes de la Pola, ese es el Pumarín. Su actual responsable, Gúmer Fernández Fonseca, es el último eslabón de una generación de hosteleros que se remonta al menos a principios del siglo pasado. Su abuelo nació en 1904, año en el que ya estaba en pie El Pumarín, que por entonces era un lagar. La gestión del bar pasó de generación en generación hasta que él tomó las riendas hace 34 años.

Por entonces, apenas había tres bares en la plaza. La efervescencia que le había dado el mercado de ganado en la primera mitad del siglo pasado había quedado atrás con su traslado, en los años sesenta, a lo que hoy es el paraguas de la estación de autobuses. "En todo este tiempo que hubo mercado, esto estaba lleno de bares, pero cuando se fue, marcharon casi todos", explica.

Pero el Pumarín resistió. Y cuando la plaza solo eran varios aparcamientos atravesados por carreteras, el bar seguía teniendo clientela. Llegaron los años 90 y con ellos los "domingonos". Gúmer Fernández recuerda que a finales de los ochenta principios de los noventa empezó a venir gente de La Felguera, porque aquella zona se había vuelto problemática, y más tarde empezó a caer gente de toda Asturias. Pero no era el tipo de ocio que se ve ahora. "Entonces la gente venía solo a beber, llegaban a las cuatro de la tarde y estaban hasta las 12 o la una de la noche, nadie comía", relata.

La reforma de la plaza llegó justo a tiempo. Fue en 2001, cuando todavía la movida polesa tenía pegada, pero con el tiempo, debido a los controles de alcoholemia, los aparcamientos, la crisis y los cambios de hábitos, la noche y los bares de copas fueron a menos, y empezaron a florecer las sidrerías, las terrazas y los bares de comidas volvieron la fiesta diurna y el vermú.

Y la plaza favoreció esos hábitos. "Está claro que se hizo una cosa muy buena, que fue hacer una plazoleta grande, antes estaba fatal, y hubo una mejora importante".

Ahora, para el hostelero, ya no se trata de mejorar la plaza de Les Campes sino de hacer una actuación global en la Pola, y lo suyo sería peatonalizar las zonas más céntricas y habilitar aparcamientos en el exterior. "La zona natural de paseo es el centro de la Pola; nadie viene a Les Campes a pasear", concluye.

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