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Ideas en torno a un emblemático espacio de la capital sierense

Los polesos quieren peatonalizar Les Campes "lo máximo que se pueda"

Los vecinos destacan la seguridad y la comodidad del gran centro de ocio de la Pola, que se reforzarían si se pudiera reducir el tráfico que lo rodea

Cuqui Magaldi, Dolores Roces, José García, Pepu Barreo, Sindo Corujo, Celso Vega y Dolores Fonseca. MANUEL NOVAL MORO

Son muchas las generaciones de polesos que se dan cita en la plaza de Les Campes cuando acompaña el buen tiempo, especialmente si es domingo, como ayer. Y todos están de acuerdo en que la última reforma ha sido fundamental para convertir un espacio muy poco atractivo y sin apenas uso peatonal en uno de los lugares con más tirón de la localidad. Hay quien pide incluso que se de un paso más y se lleve a cabo una nueva peatonalización, la del tramo de carretera que sube hacia La Soledad. Lo planteaba en estas mismas páginas la hostelera Loreto García y su propuesta parece tener ya algún adepto.

Así opina el poleso Alberto García, que acudió con su pandilla a la plaza de Les Campes, una zona de la que son asiduos los fines de semana. A su juicio, el paso de vehículos pone limitaciones a la gente que, como es su caso, tiene hijos pequeños. "Deberían peatonalizar lo más que se pueda, la plaza ganaría mucho, porque para venir con críos la carretera es un problema", sostiene.

También María Jesús López cree que, al menos, se deberían tomar m edidas para que los niños estén más protegidos. "No sé si colocar unas vallas o unos pivotes, algo que mejore la seguridad de los críos", propone.

El caso es seguir ganando espacio para contribuir a darle todavía más vida, y eso que ya tiene mucha.

Aun con estas limitaciones, que no obstante son mucho menores que las que tenía antes de la reforma que tuvo lugar en 2001, la mayoría de los usuarios de la plaza están contentos con el hecho de que exista un espacio como Les Campes recuperado para el peatón. Antes de la reforma, era un lugar muy poco atractivo y con un uso muy limitado. Cambio mucho y para bien, antes de la reforma no era nada", sostiene Saúl Mencía.

Lo cierto es que había algunos bares o discobares a los que la gente acudía, pero no era un espacio peatonal atractivo para la gente. Y la sesión vermú, que en la Pola fue siempre tradición, estuvo casi desaparecida durante mucho tiempo.

Pepu Barreo nació en Les Campes, y tuvo la oportunidad de conocer las vicisitudes por las que pasó la plaza. Le tocó la época en la que estaba allí el mercado de ganado, y muchos bares a su alrededor que acabaron por desaparecer. Le tocó, asimismo, la época previa al desarrollismo, en la que había muchas menos construcciones y además eran más proporcionadas.

Y posteriormente pudo ver cómo la plaza se convertía en una zona de aparcamiento atravesada por varias carreteras, y cómo fueron construyendo a uno y otro lado edificios en altura.

Cree que la reforma "ha sido buena para la plaza", y prueba de ello es que él mismo acude allí con un grupo de amigos muy frecuentemente. Todos ellos son defensores de la cultura sidrera, y Les Campes parece ser un lugar ideal para hacerlo.

El éxito de la plaza es tal que los domingos hay una especie de carrera por hacerse con un buen sitio. Después de la una de la tarde es casi imposible sentarse en una mesa, a no ser que se de la remota casualidad de que a alguien se le ocurra irse a esa hora. Lo normal es que, quienes llegan tarde, tengan que ir ocupando las plataformas más bajas de la plaza. La ventaja es que en todas ellas hay asientos, y las hacen también muy cómodas.

Esa es una de las virtudes de la plaza, la comodidad, para Estela Castanedo, que acude todos los fines de semana a Les Campes si el tiempo acompaña. "Antes de que nacieran los críos veníamos incluso más, pero ahora venimos mucho", asegura.

En su opinión, es un sitio tranquilo y cómodo, y muy manejable cuando tienes críos, que tiene cierta libertad por la plaza. Al tener un espacio peatonal tan grande, los críos están mucho más seguros y los tienes controlados. Y no es como estar en el parque, sino que los padres pueden disfrutar al mismo tiempo de una buena sesión vermú.

La jornada de ayer fue un ejemplo perfecto de lo que significa un domingo en Les Campes. El único problema que tiene la plaza es que necesita buen tiempo. De lo contrario, si llueve o está tan desapacible que no se está a gusto en las terrazas, la plaza se queda medio desierta.

El hostelero Luciano Fernández lo comparaba en su día "con una fiesta de prau: si hace bueno se llena, y si llueve no va nadie". El tiempo acompañó ayer y la plaza se llenó hasta la bandera, demostrando que es uno de los espacios de ocio preferidos por los polesos. No es el centro de la Pola pero sí un lugar ya emblemático. Y quien viene de otras partes se sorprende al encontrar una sesión vermú tan movida en un pueblo como este. Les Campes sigue triunfando.

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