La juventud dio paso a la madurez y la reflexión, a nuevos horizontes y nuevas vidas. Las de los antiguos alumnos de las primeras promociones del Instituto de Noreña se volvieron a cruzar en la jornada de ayer. Allí, en una comida, a la que acudieron 60 "chavales", de los que cincuenta años atrás trucaban la mesa "para verle la ropa interior a la profesora de químicas", el cariño mutuo y la nostalgia de la juventud fueron los platos fuertes.

Entre los asistentes estaba el profesor de matemáticas y química, Carlos Aspiroz, que recibió un homenaje por parte de sus antiguos pupilos. El mismo maestro "que cuando no acertábamos con la formulación nos tiraba de la patilla", recuerdan sus alumnos. En una muestra de lo caprichoso que es el cariño y el aprecio, de cómo la perspectiva cambia, y al final solo queda la esencia del ser humano.

"Yo acababa de empezar, estaba recién graduado y empecé un poco por las bravas. Luego el tiempo te va mostrando otro punto de vista", reconocía el maestro al recibir una placa en su honor.

Tras el homenaje a Aspiroz, hubo unas palabras de recuerdo hacia Enrique Castañón, compañero de promoción que falleció en la jornada del viernes y cuya presencia se esperaba en la comida. Más conscientes aún de lo efímero de la existencia, los antiguos alumnos del instituto disfrutaron del momento de reunión. "A algunos hace cincuenta años que no los vemos", reconocen.

Poco a poco, entre fabada y merluza, fueron poniéndose al día, siempre teniendo presente los recuerdos que les unen desde hace medio siglo. "Me acuerdo cuando a uno de los profesores de francés, que nos apretaba mucho, le echaron azúcar en el depósito de gasolina del coche", rememoran entre risas.

Muchas cosas han cambiado desde que "éramos jóvenes y traviesos", señalan. Sin embargo, entre las reflexiones propias de un día tan especial, añaden: "Recuerdo que en el 69 decíamos 'ahora no es como antes', y seguimos diciéndolo hoy en día. Pero el sol sigue saliendo por el este".

En este contexto, la frase pronunciada por su profesor de religión puede valer para resumir el sentimiento del reencuentro: "Se aplaude al cantor, no al canto. Hoy celebramos la melodía que desde niños fueron escribiendo en el pentagrama de sus vidas".