La tarde de Les Comadres comenzaba ayer con un pasacalles protagonizado por la flamante reina de las fiestas Claudia de Benito, acompañada de un bandín formado por mujeres que la fueron a buscar a su casa de la calle Celleruelo. Todas ellas pasearon por la Pola anunciando la celebración. Y otros bandines dispersos por las calles de la Pola contribuyeron a alborotar una fiesta que, por otra parte, se presentaba muy tranquila.

Porque, aunque Les Comadres tiene en la localidad una raigambre extraordinaria, algunas costumbres están cambiando mucho y otras casi se han perdido. La de los niños que salían a comadrar por los prados de los alrededores de la villa, por ejemplo. Ahora es muy difícil encontrar pandillas que salgan al campo a compartir la merienda. También se ha dejado atrás la tradición del baile y la de la fiesta nocturna, que han dado paso a las cenas de peñas y familias. Y mucha gente elige celebrar la fiesta en casa, y reservarse para la jornada de Les Comadrines, la de hoy, que es cada vez más multitudinaria.

Pero, por muchas costumbres que varíen, lo que nunca cambia, y sigue siendo el protagonista indiscutible de la fiesta, es el componente gastronómicos: los bollos preñaos. Desde siempre el bollu preñáu ha sido el sello de la fiesta por encima de cualquier otra cosa. Ahora, no solo siguen, sino que cada vez tienen más aceptación.

Los panaderos de El Forno, panadería de la calle Valeriano León, dieron buena cuenta de ello. Comenzaban a las 00.00 horas del jueves su jornada maratoniana para hacer sin descanso bollos preñaos, y doce horas más tarde, al mediodía, seguían rellenando la masa y echándola al horno para hacer más bollos, que seguían vendiéndose en el mostrador.

Los bollos se consumieron por miles, y la gente acudió a las panaderías desde primera hora de la mañana para hacerse con unos cuantos, que no podían faltar en la merienda de la tarde.

En un día como este, mucha gente tiene ya reservados sus bollos preñaos desde tiempo atrás, pero también es cierto que hay muchos otros que van a por los bollos sin haberlos reservado previamente, sabiendo que las panaderías tienen especie de sobra para todos.

No en vano, en la jornada de ayer, las dos principales panaderías de la localidad elaboraron más de 3.000 bollos cada una.

Entrada la noche, la gente salió a cenar, siempre con el bollu de manteca como protagonista, a bares y sidrerías de la localidad.

Y la fiesta, como corresponde a la excepcionalidad polesa, volvió a tener un carácter mixto. Hombres y mujeres compartieron en muchos lugares mesa y mantel, algo que no ocurre en el resto de lugares en los que se celebran Les Comadres.

No obstante, son muchos los grupos de mujeres que se juntan para celebrar la fiesta. Es el caso, por ejemplo, de Marisol Parajón y su grupo de amigas de Sariego, que se reunían ayer en un bar de la Pola para probar los bollos que ella misma había hecho en casa, entre otras muchas cosas como empanadas o postres, todo muy casero.

Esa es otra costumbre que en la Pola se mantiene intacta, e incluso parece ir al alza. La gente sigue haciendo bollos en sus casas, y además con mucho arte. "Son distintos que los de panadería, tienen otro sabor", aseguraba Esther Sopeña, que además de probar los de su amiga había elaborado los suyos propios.

La gastronomía es, desde hace tiempo, la gran seña de identidad de esta fiesta. El bollu preñáu se conviete estos días en una comida omnipresente, y hay entusiastas que se lo echan entre pecho y espalda mañana tarde y noche, no solo el día de Comadres sino también los días sucesivos.

Porque Les Comadres -y ese ha sido otro cambio importante enla tradición- es solo el principio de un fin de semana marcado por la celebración. Hoy toca celebrar Les Comadrines, una fiesta que hasta hace nada no era gran cosa, y que de un tiempo a esta parte parece ganar enteros respecto a la que siempre había sido su hermana mayor.

Parece, así, alinearse con esa extraña preferencia de la Pola por los diminutivos: el Carmen fue superado extraordinariamente por El Carmín, y ahora Les Comadres parecen seguir el mismo camino con Les Comadrines. Con todo, lo que sigue mandando hoy y siempre es la costumbre de comer el bollu. En casa, en la calle o en el bar, ya sean caseros o de panadería, los bollos siguen triunfando por miles.