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Cabranes despide a Poldo

Los familiares y vecinos de Leopoldo Palacio Carús, dueño del Museo - de la Cerámica, le definen como "muy esplédido, bueno y un bohemio"

Palacio Carús.

Los cabraneses despidieron ayer en Fresnéu a su vecino, de Piñera, Leopoldo Palacio Carús, a quien conocían como "Poldo". Unos y otros destacan su afición por las antigüedades y, sobre todo, por la cerámica, lo que le llevó a montar en la vivienda paterna la Casa Museo de Cerámica Popular Asturiana, donde atesora piezas de la mayoría de los concejos de la región y una importante muestra etnográfica.

"Humanamente era un fuera de serie. Entre 100.000 personas no nace una como él. Era muy espléndido". Así le recuerda uno de sus vecinos, Javier Arce. Apunta que otra de sus aficiones era hacer muchas fotografías cuando iba de excursión, y luego hacía fichas con cada una de esas fotos. Para Marta Isabel Meana también fue "una persona excepcional" y destaca que "te regalaba todo lo que tenía en la huerta". Le vienen a la memoria los momentos que compartieron las muchas veces que cenaban con él. "Para nosotros fue de lo mejor", resume.

Francisco Merayo también acudió ayer al mediodía a la iglesia de Fresnéu (Cabranes), donde se celebró su funeral. Antes de la llegada del féretro, repasando la vida de su vecino de Piñera, recordó que durante unos años regentó un bar sidrería en Villamayor (Piloña), a donde trasladó su residencia cuando se casó. Tuvo cuatro hijos. Pero al jubilarse regresó a su pueblo natal, el de su padre. Su madre era de Pandenes. De los tres hermanos sólo vive ya una. Merayo dice que hizo un "museo impresionante".

Julio César García Palacio conoció bien a su primo Poldo. "Era muy bohemio, siempre se dedicó a las antigüedades", señala. Pero lo más importante es que era "especial y muy buena persona". Coincide en lo mismo su hermano y también primo del fallecido, Enrique García Palacio: "sí, era especial y un bohemio". Destaca el interés, importancia y valor etnográfico de la colección que ha ido recopilando durante estos años de aficción por las antigüedades. "Por supuesto, tiene mucho valor y, sobre todo, por la cerámica, aunque también incluye relojes", subrayó. Además, todo eso lo fue consiguiendo con su propio patrimonio, pues es una colección privada.

Su pasión por el coleccionismo le llegó siendo joven, pues con 14 años ya empezó a atesorar monedas. La cerámica le cautivó al descubrir en la casa de sus abuelos maternos un número notable de piezas. Esta afición la mantuvo hasta el final de su vida, pues él era el alma del Museo de la Cerámica de Cabranes. "Era el que lo atendía, era más que el alma, porque fue lo de él toda la vida y una gran afición", explican sus parientes.

"Poldo era un hombre muy querido, muy servicial, y hablaba mucho con la gente", prosiguieron sus primos, pendientes de la llegada del féretro para llevarlo hasta el interior de la iglesia, donde el padre Israel ofició la misa.

Trinidad Carús es otra de sus primas y dice que es la única Carús que queda en el concejo de Cabranes. "Era muy bueno y muy querido". Con estas palabras le despidió.

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