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Así es mi oficio

Valeria Montes, historias desde el jardín

La joven escritora, aspirante a matemática, tiene pendiente publicar la segunda novela de una larga saga nacida de su imaginación inagotable

Valeria Montes, en el parque Alfonso X el Sabio de la Pola. MANUEL NOVAL MORO

La polesa Valeria Montes es el perfecto ejemplo de que el debate entre ciencias y letras es un absurdo. Estudiante de segundo de bachiller en el instituto Río Nora, tiene claro que el próximo curso estudiará Matemáticas en la Universidad. Y por otra parte, ha demostrado desde que era una niña una querencia extraordinaria por la literatura que ahora, lejos de ir a menos, no hace más que crecer.

En los últimos años ha ganado un montón de concursos de cuentos -por ejemplo, el certamen de Cudillero en 2017, y el Valentín Palacio de Siero, ganadora en dos ocasiones y segunda en otras dos- y en 2018 salió a la luz su primera novela, "El Secreto de Pickseck", un dechado de fantasía de más de 500 páginas. Escribirla parece haber sido algo natural en ella.

Porque toda la vida le han gustado las historias. Antes de que supiera leer, cuando sus padres le contaban los mismos cuentos una y otra vez, ella terminaba aprendiéndoselos, y recitaba las frases de memoria.

Y más tarde, cuando ya se convirtió en lectora, empezó a frecuentar Gerónimo Stilton, Kika Superbruja, El equipo Tigre, Los Cinco o Harry Potter. La literatura fantástica ha sido siempre lo suyo. Porque cuando fue ya un poco mayor, en torno a los 14 años, se pasó a Stephen King. En cuanto a la literatura más pegada a la realidad, asegura que solo lee los libros a los que le obligan en el instituto. Y algunos le gustan y otros no.

Su universo literario parece inabarcable. Dice que escribió su primera novela sin ninguna pretensión de publicarla. La escribió para sí misma. Concretamente, destinada a su yo del futuro. "La hice para acordarme cuando fuera mayor de las cosas que inventaba en estos años", asegura.

Su vocación literaria le viene de muy atrás. De niña escribía y dibujaba cómics, y con los años fue escribiendo cuentos, e intentando sus propias versiones de Harry Potter o Parque Jurásico, pero "las dejaba todas a medias".

Hasta que su creatividad encontró el camino con la escritura de su novela, que es la primera de una saga que parece infinita. Ya tiene escrita la segunda parte, titulada "El tesoro de la isla de Yerth", y enseguida irá a por la tercera.

Pero lo mejor es que tiene libros y más libros ya programados en su cabeza, porque tiene un proceso creativo que hace que no pare de generar historias. Casi siempre es en el jardín de su casa. Allí se pasa el tiempo imaginando las situaciones, poniéndose en la piel de todos los personajes, participando en sus diálogos, poniéndole incluso música como si fuera una película y sacando de esa vivencia una historia tras otra. Cada una de esas historias le lleva en torno a dos semanas. Algunos detalles los anota, porque están relacionados con ideas aparecidas en las historias anteriores, pero la mayoría lo tiene metido en la cabeza. Después solo será cuestión de sentarse y buscar la palabra precisa, porque lo demás está ya desarrollado.

Ese es uno de sus grandes pasatiempos, abstraerse y sentirse poseída por esos mundos imaginarios que, con el tiempo, llegarán a convertirse en historias en negro sobre blanco.

Y a pesar de que apunta a escritora prolífica llamada a publicar una obra tras otra, no deja de insistir en que su intención nunca ha sido vender ni ser una escritora de éxito. Si le viene por añadidura no le hará ascos, pero tiene claro que ese no es su objetivo.

Fue su padre quien la animó a publicar su primera novela, que le había enviado un día por correo el electrónico para que le echase un vistazo. Y cuando salió por fin publicada, confiesa que le dio "un poco de vergüenza" presentarla en el instituto. Porque, aunque ella está satisfecha cuando salen los libros a la luz, el mejor momento siempre es antes, cuando escribe o, mejor todavía, cuando lo demás casi se borra y solo existen ella, sus mundos y su jardín.

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