Villaviciosa cambió ayer el color púrpura de la penitencia de la muerte y pasión de Cristo por el blanco de la Pascua, que simboliza la alegría, la pureza, el tiempo de júbilo y la paz tras su Resurrección. La Banda de Gaites "El Gaitero" llenó las calles con su música, anunciando un nuevo tiempo para los cristianos.

La del Resucitado con María es la última de las procesiones de la Semana Santa maliayesa, que en Villaviciosa se vive con intensidad. "Me gusta mucho", destacó Marta Sánchez en la calle Santa Clara, donde esperaba la llegada del Cristo, que partió de la iglesia parroquial. El cortejo lo encabezaba la Banda de Gaites. "Tiene de especial que es la procesión del domingo de Pascua y el encuentro que hacen, con la Virgen, es muy especial", explicó la mujer, que vive "con emoción" escuchar el sonido de las gaitas que anuncian la resurrección de Jesús. "En Villaviciosa lo vivimos mucho", apuntó.

La Virgen María partió de la iglesia de la Oliva, por la calle del Agua, hacia Nicolás Rivero. Aquí se encontró con su hijo, que hizo la entrada por la calle del Sol. Un nutrido público no quiso perderse ni un detalle del momento. El más emotivo es cuando el mayordomo de la cofradía Jesús Nazareno, Nicolás Rodríguez, le retira el manto negro a la Virgen, porque cuando recibe a su vástago en sus brazos deja de estar de luto.

Ana Delia Rodríguez vivió el momento "con alegría, con mucha alegría". Para ella es una procesión "muy guapa". "Me encanta", resume, porque "el encuentro es muy original y muy guapo". A su lado, su marido, Daniel Sánchez, coincidía en que es un acto religioso "muy guapo", que los maliayeses disfrutan con entusiasmo. Para Berta Figaredo, el domingo de Pascua también es "muy especial porque es la resurrección del Señor". Aunque reconoce que el Desenclavo es el acto religioso de la Semana Santa de Villaviciosa que más le gusta. De hecho, es uno de los más significativo de las recreaciones de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

Los devotos también celebraron la solemne Eucarístia de Pascua, en la que los fieles renuevan los votos y promesas del bautismo. Villaviciosa despidió así su Semana Santa, en la que la lluvia sólo obligó a suspender la procesión del Calvario. Pero el buen tiempo permitió que la localidad se llenara en Viernes Santo para vivir un nuevo sermón del Desenclavo, seguido de la procesión del Santo Entierro, actos claves de la Pasión maliayesa.