Recuerdo que D. Gustavo Bueno, hace casi diecinueve años, ante el primer concurso de Gran Hermano, hacía un análisis del mismo indicando que para él era un auténtico tratado de sociología. Apenas le di importancia y casi se me escapó un ¡bah!
El dichoso programa, iniciado un día del libro de 2000, cumplió años coincidiendo con el segundo debate de candidatos a la Presidencia del Gobierno de España. La última versión, la de apellido Dúo, que consiguió cotas elevadas de audiencia es para mí un auténtico ensayo político. No es una tontería. De los más de tres millones de audiencia que consiguió en algún momento, probablemente el noventa por ciento hubiesen preferido un ganador distinto. O eso se oye en los círculos de seguidores habituales. Cosas como "¡Ganó y es una sinvergüenza!", "¡Es una teatrera!", "¡La peor!" se repiten en las charlas de incondicionales del programa. Pero ninguno de los insatisfechos había hecho nada por evitarlo. habían sido espectadoras y otros decidieron el resultado. La verdad es que está la cosa como para gastar en llamaditas...
Para evitar comentarios mañana a la noche, tipo de los que se hicieron por la dichosa "mariajesús", y para que el resultado sea aceptado como lo que más nos interesó a todos, hay una solución sencilla: no quedarse en casa mientras otros votan. Eso no lo notaremos en la factura de teléfono.
