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La colección de sifones de Lelo se traslada al balneario de Borines, en Piloña

Un encuentro entre uno de los hijos del propietario y el presidente de Agua de Borines propició la apertura de un espacio expositivo

Aurelio Cuesta, "Lelo", con algunos de los sifones de su colección. MANUEL NOVAL MORO

Aurelio Antidio Cuesta Martino, "Lelo", ya tiene un lugar para exponer de forma permanente su preciada colección de sifones, pero no será en Pola de Siero, donde estuvo hasta el año pasado su Museo del Sifón, sino en el concejo de Piloña, concretamente en el balneario de Borines.

Durante años, Lelo tuvo su colección de sifones expuesta en su almacén de la calle La Soledad de la Pola, y a pesar de que en muchas ocasiones se mostró a favor de cederla al concejo de Siero si se habilitaba un espacio para ubicarla, nunca tuvo una oferta en este sentido. Y, finalmente, el 14 de abril de 2017, coincidiendo con su 85º cumpleaños, Lelo decidió cerrar su modesto museo alegando cansancio. Desde entonces, los sifones están guardados.

La idea de sacarlos de nuevo a la luz surgió recientemente de un encuentro que tuvo el hijo de Lelo, Miguel Cuesta, con el presidente de Agua de Borines, Pedro Cepeda, que se mostró interesado en albergar allí parte de la colección.

Miguel Cuesta le trasladó la propuesta a su padre, que aceptó sin pensárselo. Porque, además de la idea de rescatar del olvido sus sifones, está el hecho de que Borines forma parte de su ascendencia. Su madre era natural de la localidad piloñesa. "A ellos les hace una ilusión tremenda, y a mi padre, lo mismo", asegura Miguel Cuesta.

Gracias a este acuerdo, los sifones de Lelo tendrán un buen espacio para que todo el mundo compruebe su colección, y garantiza además que tendrá una buena promoción. Con el tiempo, la idea es incorporar máquinas y utensilios a la colección, para hacerla más completa y atractiva. Lelo dedicó toda una vida a los sifones, y llegó a hacer acopio de cerca de 22.000, entre los cuales hay muchos valiosos y singulares. En los dos años que lleva cerrado, nadie en Siero se interesó por buscar un lugar para su legado. Por suerte para él, Piloña lo ha recibido con los brazos abiertos.

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