"Estas motos nunca te dejan abandonado, no fallan y, si lo hacen, son muy fáciles de reparar en el momento", señaló Ismael Coalla. Es uno de los aspectos que más destacaron ayer los amantes de las motos Vespa y Lambretta que participaron en el encuentro organizado por el club "Vespa Grado". Su celeridad en la reparación de averías y, también, su dulce conducción y el placer de dirigir un vehículo clásico. "Y el sonido, que es especial, lo sientes venir y sabes que es una Vespa o una Lambretta, son sonidos de infancia", comentó José Antonio Vizcaíno.

Los ochenta moteros llegaron a Grado a primera hora, donde fueron recibidos en el parque con un chocolate con churros, para entrar en calor. Después, disfrutaron de una ruta de más de 60 kilómetros, de la villa a Rubiano y vuelta por Sama de Grado, Trubia (Oviedo) y Las Regueras. A su regreso, disfrutaron de una comida en un restaurante de Grado, donde la sobremesa se alargó para gusto de los participantes. "Estamos muy contentos, lo único que el mal tiempo fastidió un poco", indicó Jesús Feito, presidente del club moscón.

La cita coge impulso desde hace cuatro años y es ya encuentro fijo para los moteros asturianos.