Hay un lugar lleno de magia en Villaviciosa: el bosque de bambú de Sebrayu, en la parroquia de Miravalles. Con casi 2.000 metros cuadrados y rodeado por un río, sus miles de cañas superan los 15 metros de altura. Su silencio solo se rompe por el crujido de los propios bambúes mecidos por el viento. Una de las copropietarias de este singular bosque es Blanca Esther Llera Villar. "Recuerdo que mi padre, Esteban Llera, me contaba que fueron mi abuelo Bernardo y un hermano suyo fueron quienes trajeron de Cuba las primeras raíces. Para mi padre este bosque siempre fue muy significativo, lo consideraba un lugar sagrado", detalla.

Este cañaveral oriental maliayés está bordeado por el río Sebrayu y el molino del mismo nombre. "Viví desde niña junto al bosque. Recuerdo cómo venían a comprar cañas desde Galicia, León, Salamanca y hasta de Canarias. También de Lastres y otros puertos asturianos. Acudían pescadores, que usaban los bambúes para sus artes de pesca, en especial la del bonito", indica Llera.

"Ahora siguen llegando compradores de bambúes, pero son, sobre todo, artesanos, y otros que lo utilizan en huertas, como soportes para fabes o tomates", explica Blanca Esther Llera. "También vienen a comprar bambúes decoradores para viviendas y comercios", agrega.