Una pescadera de Tazones revolucionó este fin de semana Jarandilla de la Vera (Cáceres). La encarna Cristina Carneado y, después de 39 años intentándolo, acaba de conseguir entregarle unas sardinas al emperador Carlos V para compensar que su pueblo le recibiera a palos hace quinientos dos años.

Es la historia que ha recreado la presidenta de la Asociación Cultural "Primer Desembarco Carlos V" de Tazones y que ha sorprendido gratamente en los actos de conmemoración de la llegada del emperador a Jarandilla de la Vera. Allí se alojó en el palacio de Condes de Oropesa durante dos meses, hasta que se acondicionó el monasterio de Yuste, donde se retiró.

Cristina Carneado, metida de lleno en el papel de esta pescadera de Tazones que ella misma ideó, quería saldar el desagravio a Carlos V porque le recibieron a palos cuando llegó en 1517 a la villa marinera, donde por primera vez pisó tierra española. Así que esta tazonera acudió a Villaviciosa a compesarle con unas sardinas, pero los señores de la Casa de los Hevia, donde se hospedó Carlos V, no le permitieron pasar. Tampoco lo consiguió en Laredo (Cantabria) porque estaba indispuesto.

Pero Cristina Carneado no desistió y finalmente, 39 años después de su primera tentativa, conseguió entregarle las sardinas en Jarandilla. Otro intento fallido fue en la boda del emperador, en Sevilla, pero como hacía tanto calor, la tazonera prefirió entregarle las sardinas en Tordesillas a la reina Juana y regresar a Tazones. En Medina Pomar, el condestable tampoco se lo permitó, sigue relatando Carneado, pero no tiró la toalla y puso rumbo a Jarandilla. Los señores de Oropesa la dejaron pasar al escuchar que llevaba sardinas. La improvisada interpretación de Carneado, que tanto gustó en Cáceres, destacó en las actividades que se desarrollaron este fin de semana en Jarandilla de la Vera para recordar cómo los vecinos del pueblo recibieron a Carlos V.