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Bocado contundente en Pañeda

Las Jornadas de la matanza llenan las escuelas de la localidad sierense: "Este picadillo es el mejor del mundo"

Por la izquierda, Jenni Vega, Hugo Blanco, Diego Nicieza, Mariano Suárez y Margarita García. A. I.

Al calor de las escuelas de Pañeda algo se cocina. Huele a cerdo, a matanza y el hambre se calma con amplias raciones de una deliciosa sopa de ajo, picadillo, adobo y huevos fritos. Las Jornadas de la matanza de la localidad volvieron un año más, y van tres desde que la nueva dirección de festejos las recuperó, con enorme acogida por parte de los vecinos de las zonas próximas: "Aquí, en Noreña y en los lugares cercanos está el mejor picadillo del mundo", comentaba uno de los asistentes dando cuenta de un plato cargado de sabor.

No eran ni las dos de la tarde cuando el bar de las escuelas ya lucía repleto, con la presencia de una treintena de personas. En el comedor, había algunos que no podían soportar el hambre y se lanzaban a por el menú: "Soy de Paraguay, llevo 17 años aquí y me encanta esta comida. Siempre vengo a las jornadas. Mi suegra me enseñó a cocinar lo típico asturiano y mis amigas siempre me dicen que es una pasada", comentaba Noemí Reverte, acompañada de su esposo, Abel Nicieza y de Tino Olay.

Mientras, los más pequeños de la casa colocaban los cubiertos sobre la mesa: "Hay que tenerlos entretenidos". Y es que, en Pañeda todos colaboran, con el objetivo de recaudar dinero para sus fiestas grandes, las de Santa Apolonia.

Una hora más tarde, el escenario es completamente distinto. Tras unos cuantos culetes junto a la barra, los asistentes se desplazan a las mesas y devoran la sopa de ajo de Tinina Nicieza. Ella -a sus 59 años- se dedica a la cocina en un colegio y una vez al año, pone su receta sobre los fogones de las escuelas: "Esto no tiene ningún secreto, solo la receta tradicional. Todo el mundo me lo pregunta y no se que decir", subraya.

Después de la sopa, el segundo plato entra como el cuchillo en la mantequilla caliente, pero, cuando quedan las últimas migajas de picadillo, la cosa se complica: "Llevo una fartura", le comenta uno de los presentes a la camarera, que después de escucharle le ofrece una casadiella de postre.

Así, la gastronomía más tradicional y el ambiente familiar triunfaron en Pañeda un año más, con estas Jornadas de la matanza.

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