"Estoy sudando". El chorizo picante de Bimenes hacía estragos en la temperatura corporal de David Fernández, uno de los muchos asistentes durante el fin de semana a las jornadas de los tortos de Siero. Él escogió el restaurante poleso "El Abrelatas" para comer el primero del día, "aunque probaré otros dos más seguro". Al final, de eso se tratan estas jornadas gastronómicas, de fomentar el tránsito entre "parroquias", dándole vida a un fin de semana marcado por la lluvia.
Sin embargo, esto no desanimó a los consumidores, que llenaron los bares la Pola y Lugones, dando cuenta de una enorme variedad de recetas de tortos. Fernández y sus amigas Carla Cabo y Paola Camino mostraban sus preferencias por lo tradicional: "A mí así, con chorizo, patas y un huevo me va perfecto, no hay mejor", señalaba, aunque también reconocía que, "después de otros dos, habrá que dormirse una siesta".
En un punto intermedio entre el credo más ortodoxo y la modernidad extrema, se situaba el de la cafetería "Moly Malone". Recién salido de la cocina, con destino a una mesa, Pablo Martín lo sostiene, lo mira y a el también le entra hambre.
"Está muy bueno, porque tiene un punto distinto", comenta. Sobre la pieza de harina frita destaca el rojo del picadillo y el blanco verdoso del cabrales pero, especialmente, una forma que se erige como protagonista del conjunto, al menos en lo visual: "Es una uva", explica a los clientes.
Una receta que se le ocurrió "a la cocinera del local, que se puso a probar hasta que se dio cuenta de que le aporta un frescor especial". A la vista del éxito en ventas, "estamos sacando unos 40 al día", la imaginación de la chef ha funcionado a la perfección. Tanto como esta iniciativa municipal, una más de las muchas que se organizan a lo largo del año en los locales hosteleros.
