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AMELIA TIGANUS | Exprostituta y activista feminista, dio ayer una charla en Lugo de Llanera

"Hay que reformar el Código Penal para que castigue y persiga a los proxenetas"

"No se puede banalizar la prostitución, que convierte a las mujeres en cosas para el consumo de los hombres"

Amelia Tiganus, ayer, en la Casa de Cultura de Lugo. P. FERNÁNDEZ

La Casa de Cultura de Lugo de Llanera acogió en la tarde de ayer la charla titulada "Entre la pornografía y la prostitución. ¿Cómo vivir sin violencia sexual?", impartida por Amelia Tiganus. Esta activista feminista y superviviente del sistema prostitucional ensalzó la importancia de poner el foco en la pornografía y la prostitución en este momento de la cuarta ola feminista, planteando que vivir una vida sin violencia sexual pasa por cuestionar la sexualidad patriarcal de los hombres amparada también por el capitalismo.

- ¿Está preparada la juventud para combatir la prostitución?

-No lo está. La industria de la explotación sexual pone mucho empeño en que siga siendo así. Los niños consumen pornografía a partir de los 8 años, según un estudio realizado por la Universitat de les Illes Balears, y la pornografía sirve de herramienta de marketing para promocionar el consumo de los cuerpos de mujeres. Después de consumir pornografía se pasa a la prostitución, que es la segunda fase. Falta una educación sexual positiva destinada no solo a los jóvenes, sino también a toda la sociedad. Actualmente, está presente el relato neoliberalista de que todo vale. Estamos en peligro de perder el punto de encuentro entre hombres y mujeres.

- ¿Qué medidas pueden adoptar las instituciones?

-Lo primero que habría que hacer sería una reforma del Código Penal que castigase y persiguiera a los proxenetas. España suspende en esta materia. También habría que destinar medidas políticas para las mujeres que logran salir de la prostitución, como pueden ser las ayudas económicas, asesoramiento jurídico, acceso a vivienda, a empleos... Las instituciones tienen que lanzar campañas para que los hombres comprendan que su demanda aumenta la trata de mujeres. Es necesario multar a los puteros porque lo único que los diferencia de los violadores es un billete. Con ello, hacen uso de su poder y se aprovechan de las mujeres.

- ¿Cuál ha sido el mayor problema a la hora de salir del mundo de la prostitución?

-Lo peor que me encontré fue una sociedad que no estaba dispuesta ni preparada para escuchar mi relato. Una parte de la sociedad me estigmatizaba. Me encontré con gente que decía que las que estábamos ahí era porque lo elegíamos voluntariamente, cuando no es así. Las víctimas somos las más vulneradas. Realmente no recibí cuidados de ningún tipo para poder reintegrarme a una vida mucho más ajustada a las necesidades reales. Además del abandono del Estado, la sociedad piensa que seguimos entrando en la prostitución porque queremos, cuando no es así. Resulta curioso el que las mujeres que estamos ahí procedemos de los países más pobres del mundo. Ahí es también donde se ve el racismo.

- ¿Qué consejo daría a las jóvenes que ven en la prostitución de lujo una salida laboral en la que conseguir dinero fácil y rápido?

-Hay un relato que pretende venderles que la prostitución es un acto de libertad y empoderamiento, y no se dan cuenta de que pueden sufrir violencia sexual por sus parejas y sus ligues. Esto hace que este "trabajo" les parezca una solución, cuando la realidad es que serán convertidas en cosas. Las repercusiones sobre la salud física y mental son, muchas veces, irremediables. Hay que romper con esa dinámica que ha hecho que las mujeres, a lo largo de los años, pensemos que estamos destinadas solo a complacer al otro.

- ¿Qué pautas deben tomar los padres de adolescentes para que no se conviertan en víctimas y verdugos de la prostitución?

-Los padres y madres deberían tener la misma preocupación con la prostitución que con el consumo de drogas o alcohol por sus hijos. A nivel social, esto alimenta la desigualdad y la violencia sexual. Impregna de alguna manera que las mujeres somos cosas para el consumo de los hombres. Les pido que presten muchísima atención a lo que hacen sus hijos y que dejen de banalizar lo que representa la prostitución, ya que muchas veces se llegan a reproducir discursos proxenetas delante de ellos. Las familias tienen el deber ético de hablar con sus hijos para que entiendan la importancia de la sexualidad, que nos construye como personas y siempre tiene que ser de manera consensuada, compartida, con el fin de llegar a disfrutar del placer, pero siempre contando con que el otro sea sujeto de deseo y no de consumo.

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