Al portal del Ayuntamiento de Noreña no llegaron ayer los Reyes Magos, como en la cabalgata del día 5, pero la alcaldesa, Amparo Antuña, y sus concejales esperaban con la misma expresión de ilusión. En coches oficiales, en vez de en camellos, llegó el rey Barbón (de Laviana, que no de Oriente) -heredero de Don Pelayo-, con su séquito de consejeros.
Una foto rápida y tempranera en el exterior y se separaron anfitriones y huéspedes un rato, lo que duró el Consejo de Gobierno. Después hubo pincheo, una firma al libro de visitas del Consistorio y bajaron a por más fotos. "Eres muy fotogénica", le decía la consejera de Educación, Carmen Suárez, a la regidora, Amparo Antuña, elogiando su look a lo Jackie Kennedy. Mientras, Barbón se apretaba la bufanda.
Iniciaron el paseo, con los fotógrafos detrás. Los vecinos se sorprendían de ver a Barbón tan acompañado: "¡Vaya séquito!", se le escapaba a alguno.
Llegaron primero al parking de Las Carolinas, inversión reciente del Principado. Desde allí visualizaron la zona deportiva. El arquitecto municipal enseñó varios planos al Presidente, interesado y comentando las bondades de los proyectos. De ahí partieron al colegio, donde el Gobierno regional ha realizado la reforma del gimnasio.
Barbón no pudo comprobar el firme del aparcamiento con el coche de empresa y tampoco se animó a probar las espalderas del nuevo gimnasio, pero elogió lo bien rematado que había quedado. Antuña, muy respetuosa, pisaba con las puntas de los pies "para no hacer marcas en la nueva superficie".
Desde allí, otro multitudinario paseo a ver una obra de saneamiento, "línea principal del Gobierno", explicaba Barbón a sus seguidores. Finalmente, tocó ir a la Torre del Reloj, donde pudo conocer la cultura de los zapateros de una localidad en la que se siente querido y está a gusto, como un rey.
