Amablemente el autor y, a la sazón amigo, Francisco Bustamante, nos invitó el pasado viernes a la presentación del libro "El sueño del indiano", basado en la biografía de Pepín Rodríguez, benefactor de Colloto, ahora que se cumplen 154 años de su nacimiento. En uno de los más grandes éxodos de la historia de España, sólo una minoría alcanzó el éxito. Recordamos aquellos que después de muchos años por las Américas, que se decía, regresaban en unos cochazos que a los asturianos nos llamaban poderosamente la atención; aquellos cochazos eran conocidos como los "haigas". Algunos venían en busca de una mujer para casarse y llevarla al país de origen del indiano. Y quién no conoce alguna de las majestuosas casas o chalets que construían en sus pueblos de origen.
El caso es que este libro recoge la vida, la obra y la suerte de un niño que a los nueve años partió para las Américas. Y ese niño era muy conocido, Pepín Rodríguez, que luchó en mil batallas empresariales figurando en primer término la Fábrica de Tabacos y Cigarros Romeo y Julieta, SA, en Cuba, convirtiéndose en el mayor comerciante de tabaco del pasado siglo. El libro consta de 249 páginas. A su texto le acompañan una serie de fotografías que enriquecen su contenido. Pepín Rodríguez fundó en Colloto una de las escuelas con más prestigio del país.
Su vida, hay que reflejarlo, ha sido la de un gran señor en los casinos, balnearios y lujosos hospedajes donde entraba o salía como en su propia casa, para nada Pepín se olvidaba de los desfavorecidos. Viajaba de París a Nueva York, de La Habana a Londres, de San Juan de Luz a Colloto, en definitiva, era también un trotamundos.
Ahora deseo referirme a Francisco Bustamante, autor del libro que comentamos. Con su incursión en el fascinante mundo de la escritura no se puede decir que Colloto no tiene nadie quien le escriba. Se trata de un joven entusiasta con inquietudes para desarrollar el arte de escribir. Esta obra es la tercera que contabiliza en su haber. En el 2017 publicó "Colloto Apuntes Históricos". Y el segundo se tituló "El olvido del Retratista", referido a la biografía de un pintor asturiano olvidado, es decir, Prado Norniella. Se ha dicho que para escribir en prosa es absolutamente necesario tener algo que decir; para escribir en verso, esto no es indispensable. Ramón Gómez de la Serna, dice: "El escritor es -o debe ser- el testigo desinteresado de los tiempos, el que mal que bien deja constatación de una época". Y añade: "Él sabrá el tiempo que han vivido los demás, sus citas, sus espectáculos, sus liturgias". No quiero finalizar, sin antes decir, que Francisco Bustamante ha quedado enganchado y atrapado en este hermoso oficio.
