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Los autobuses grandes no entran en la estación de la Pola, dicen los conductores

Los usuarios critican que no pueden refugiarse en el interior, cerrado hasta que se adjudique la cafetería: "Menos mal que se va el invierno"

La estación de autobuses de Pola de Siero, en la mañana de ayer. A. I.

"El otro día pegó uno contra el techo y salió con un mosqueo...". Lo cuenta María Teresa Rodríguez, una habitual del nuevo apeadero de Pola de Siero, que no está conforme con las instalaciones. El principal problema es el acceso de los autobuses a las dársenas. Los conductores explican que los vehículos altos golpean contra el techo, "porque no se ha tenido precaución con las alturas", así como con las columnas: "Deberían estar metidas más hacia adentro, los retrovisores de los autos impactan", cuentan. A esto hay que sumar que la prolongación de la acera hasta el exterior se queda corta. "Normalmente los ciegos van con los perros en la zona trasera y salen por la puerta de atrás y tienen que bajar directamente al asfalto, con un salto grande", apuntan los conductores.

Ellos no acaban de entender cómo es posible que se haya construido el nuevo apeadero con esas condiciones. Se ven obligados a aparcar los autobuses más altos en el exterior, "complicando la accesibilidad de los usuarios, que cuando llueve se tienen que mojar".

Los que la usan también se quejan, y mucho. "Está mal hecho todo", comienza a argumentar Rodríguez, testigo de la colisión de un autocar con las piezas del techado que sobresale.

No es el único problema que observa esta habitual del apeadero. "Lo pusieron hace dos días y está todo ferruñoso", dice señalando a unas rejillas metálicas situadas en el exterior, donde las gotas de lluvia caen tras fluir por la pared de madera.

El frío aprieta y los que esperan por los autobuses se acercan a la pared. "Parece que hay menos corriente, pero como no está el interior abierto...", dice uno. Rodríguez está al quite y comenta también la circunstancia de que permanezca cerrado, a la espera de que alguna empresa se haga cargo de llevar la cafetería -de momento, cuatro han sido descartadas y la situación está encallada- y pueda amueblar y abrir el recinto.

"Aunque esté sin cafetería, deberían abrirlo para que no pasemos frío. ¡Ah!, y haber puesto unos baños", concluye Rodríguez, antes de volver a su posición de reposo hasta que llegue el autobús.

En ese momento no llueve, entra un autobús de tamaño normal y se adentra sin problema en la dársena. Más difícil le resultará unas horas después a otro de los conductores que se encuentra por la zona. "El mío no entraría", recalca. Ellos prefieren no identificarse y piden que no se mencione a su empresa, pero dicen no entender "cómo se ha hecho esto así".

Este segundo trabajador del transporte confirma todo lo que anteriormente ha comentado su compañero. "Los buses altos no se pueden meter, tanto por el techo como por las columnas, y después está el largo de la dársena, que complica la bajada a los que bajan por la parte de atrás", insiste.

Cuando se va a introducir en el autobús, llega una mujer preguntando por los horarios del transporte a Gijón. No están puestos en la pared. "Ya ves", dice la mujer, una vez el conductor le aclara sus dudas. Ella es Virginia Vigil, va con muletas y también ve mal la cosa: "Es poco accesible, te obliga a dar un rodeo para entrar en la estación y tienes que pegar un salto grande para bajar del autobús", expone.

Por el exterior pasa Jorge Salinas, que pronto se montará en un bus, aunque le da tiempo a exponer su visión, como constructor. "La construcción ha sido desastrosa. No entiendo cómo un profesional hizo esta planificación", apostilla Salinas, que no cree que el coste de más de 700.000 euros que tuvo la instalación se ajuste "al resultado que vemos".

Para él, "si no se ha tenido en cuenta la altura, ha habido una mala planificación". Tampoco acaba de comprender que se haya supeditado la apertura del interior "a la apertura de la cafetería". "Mientras aquí estamos pasando frío. Menos mal que ya se va el invierno. De alguna manera se podía haber hecho algo provisional", apunta, en un día desangelado y lluvioso.

De hecho, al poco llega otro autobús. Es pequeño y también entra bien. Un conductor comenta: "espérate a que llegue uno de los que hacen largo recorrido".

Mientras, la licitación de la cafetería ya se ha cerrado, pero las cuatro ofertas que se han mirado hasta el momento se han retirado por diversos motivos. Con la gestión atascada, resulta complicado dar una fecha para que los usuarios puedan aprovechar el interior.

También falta que Telecable acabe de retirar la estación de telecomunicaciones que tiene en el exterior, bloqueando una de las dársenas, a la espera de, por fin, meterla en el interior del apeadero.

Entretanto, lo último que se ha hecho es instalar unos bancos y una barandilla en las escaleras de acceso. Ambas reclamaciones de los usuarios desde que se abrió la parte exterior, en octubre.

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