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El agua por fin llegará a Muñó: "O pones la lavadora o das de beber a las vacas"

Los vecinos celebran la nueva red para abastecer el pueblo, aunque lamentan que no sea para todos

La parte alta de la parroquia de Muñó, adonde llegará el agua. A. I.

La red de abastecimiento de agua llegará por fin a las localidades de la zona alta de la parroquia de Muñó (Siero), donde hay más de 50 familias y ganaderías que celebran la noticia: "También nos limpiaron por fin la mitad de las cunetas. Es la primera vez que un gobierno se preocupa por hablar con nosotros y atendernos", aseveran. Con todo, quedarán ocho familias y dos ganaderías a las que "por coste" no llegará el agua potable y los vecinos piden que se revise el proyecto para incluirlas.

Su situación es pintoresca, "de antes del siglo XIX", resumen. La mayoría se dedican al ganado y llevan allí toda la vida. Es el caso de Anabel Ríos, que a sus 49 años siempre ha estado vinculada a la ganadería en la zona y "no lo cambiaría por nada".

Sin embargo, la falta de agua corriente complica mucho su actividad. "En verano tenemos que andar carretando con grandes bidones para llevar a la zona donde tenemos a las vacas". Y es que, los domicilios y fincas están enganchados a manantiales y pozos de agua no potable.

Con el calor, se van secando y ese agua que utilizan para uso doméstico y para los animales, escasea. "O pones la lavadora, o das de beber a las vacas", resume. Ella es de las que vive en una zona elevada a la que, en principio, no llegará el abastecimiento.

Más abajo, reside Soraya Vigil, la presidenta de la asociación de vecinos. Ella explica la forma de vida que ha mantenido durante sus 47 años en el lugar: "Vamos al supermercado y cogemos gran cantidad de garrafas de agua embotellada. Tampoco tenemos saneamiento, son pozos negros y la recogida de basura llegó hace diez años y se hace una vez cada ocho días y sin recogida selectiva".

Esto provoca que se vean obligados a bajar el vidrio y los plásticos a poblaciones cercanas. Por lo que la asociación también reclama que se pueda poner este servicio.

Laurentino Amado ha tardado 61 años en ver como se concreta el proyecto para ver llegar el agua. Las seis décadas que lleva residiendo en la zona alta de Muñó. Desde allí bajaba cada día a trabajar a un taller como mecánico. "Nunca me he pensado en marchar de aquí, aunque si me gustaría que dispusiéramos de los servicios. Aquí somos privilegiados por el paisaje y estamos muy cerca de todo", cuenta.

Habla y mira encantado a las colinas verdes que se despliegan más allá de donde alcanza la vista. Ese recorrido de sus ojos se posa en las ganaderías de la zona más elevada, donde el agua no llegará. "Espero que se pueda reconsiderar", plantea, apoyado en uno de los grandes bidones con las que Vigil lleva el agua al ganado.

De repente, llega una llamada: "Hay una vaca de parto y con el coronavirus no viene el veterinario". Vigil y Santiago Menéndez, al que aún no le ha dado tiempo a contar su historia, tienen que ir a ayudar.

Se quedan Ríos, Amado y Manuel Alonso. Este último llegó a la zona hace solo cuatro años, tras 52 residiendo en Oviedo. "Estaba buscando una casa para vivir en el campo, en una zona más tranquila. Cuando vi este lugar, me conquistó", asevera. Sin embargo, le sorprendió encontrarse sin agua potable: "No daba crédito", rememora.

Él, en ausencia de Vigil, habla representando a la asociación vecinal. Reitera el agradecimiento al gobierno, explicando que el edil de Medio Rural, Alejandro Villa, acudió allí a reunirse con ellos y les limpiaron la mitad de las cunetas: "Son el único grupo político que se ha molestado por nosotros".

El abastecimiento de agua llegará a los vecinos antes de que acabe el año, pero aun quedarán otras peticiones por resolver. La primera, el saneamiento y después la fibra óptica: "Les hemos planteado que dejen espacio para meter la fibra óptica cuando coloquen las tuberías", expone Alonso.

Por el momento, en la zona no se ha reducido la población, pero "podría acabar haciéndolo si no tenemos los servicios básicos", concluyen.

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