Los cultivos de kiwi del Bajo Nalón no se frenan por la crisis del coronavirus. El sector primario continúa en el tajo para el cuidado de las plantas que ya han iniciado la fase de floración, un poco antes de tiempo, debido a las altas temperaturas de febrero, en la recta final del invierno. Las labores se centran en el abono y el inicio de la poda de floración para quitar los brotes más largos y evitar que se enreden. También hay labores de mantenimiento. "No nos queda otra porque no son tornillos, las plantas comen y beben y es preciso el trabajo para que se desarrollen bien las plantas", precisa Ángel Cuesta, kiwicultor de Pravia.
En su caso, están ampliando la finca de Peñaullán y plantando nuevos árboles en Repollés, la primera finca en cultivar kiwi en Asturias hace 32 años. También las plantaciones de Alejandro Lechado continúan en labores de abono y siega. Un trabajo "muy importante para garantizar la producción; si se desatiende podría repercutir durante un año, dos o tres", apunta.
Los kiwicultores, además, imponen medidas de seguridad para evitar la propagación del virus que, en el caso de Lechado ya implantaron hace tres semanas con una desinfección de todas las instalaciones, entre otros.
Asimismo los productores esperan recibir pronto noticias de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), que se ofreció a un asesoramiento para incluir medidas de biológicas de protección para evitar daños en las plantaciones a causa de las riadas. "No sabemos nada todavía, estuvieron dos técnicos en la isla de regodón que tenemos en Peñaullán frente al cultivo, pero aún hay tiempo porque la mejor época para hacerlo es agosto o septiembre, que va el río más bajo; de hecho va todo por la margen de Bances por la isla de regodón, que no deja correr al río", concluye Cuesta.
