A sus 82 años, Javier Estrada Rodríguez es uno de los últimos viveristas del concejo de Villaviciosa. Todo un experto en manzanas asturianas que ha dedicado más de 50 años a la plantación de plantones de pumares en La Peruyera de Bedriñana.

"Antes había viveros en casi todas las casas de la parroquia, ahora prácticamente ya no quedan. Este que ahora es de mi hija, María Esther Estrada Sariego, es uno de los últimos viveros tradicionales de pumares que quedan. Es la tercera generación en nuestra familia. Yo lo llevé más de 50 años y mi suegro, Mariano Sariego, casi otros tantos. Tiene, por lo tanto, casi un siglo de tradición", explica Estrada, que confía ahora en que sus nietos, Luis y Silvia Pando, se conviertan en la cuarta generación de viveristas de la familia.

"Yo ya lo quiero dejar, pero aguanto por mis nietos, para que vayan aprendiendo. Les di un cuadrín del viveru en la finca pa ellos a ver si se encerrisquen y aprenden a trabajarlo. Perece que les gusta y ya me van a ayudar: Luis, de 17 años, ya pone los garcios, y Silvia, de 14, los encinta", explica Estrada, al que le gustaría que en un futuro continuasen con esta tradición tan antigua en Bedriñana.

"Las manzanas de Bedriñana siempre tuvieron mucha fama para hacer buena sidra. Es una tierra muy buena, y una zona muy soleada que mira al mediudía". Y es que Estrada también es experto en hacer sidra. Así, ha ganado el primer premio del Concurso de Sidra Casera de la Velilla, en Bedriñana, y cada año participa en el Concurso de Sidra Casero del concejo de Villaviciosa, donde también ha sido finalista, recibiendo varios premios.

Más de medio siglo lleva también Estrada acudiendo a vender plantones de pumares a los mercaos. "Antes iba a vender por toda Asturias, ahora ya solo voy a las ferias de Corao y a la de Santa Dorotea de Balmori, en Llanes, donde tenemos muchos clientes fieles. Al mercáu de la Villa voy todos los miércoles a llevar los encargos que le hacen a mi hija Esther", explica este viverista, que dice que en La Peruyera reciben pedidos de todo el concejo maliayés y, recientemente, de Santander y Galicia.

Tras toda una vida ocupándose de los viveros familiares, ahora ayuda a su hija María Esther en los cuidados de la finca y huertas: "Siempre hay algo que hacer, plantando, limpiando, cuchando o injertando. Me entretiene y me gusta, porque a mis 82 años ya es mi mejor entretenimiento diario. De esto no se vive, pero es un complemento y una salida más en el campo".